Alcanzó el éxito en Argentina, algo inevitable sucedió y hoy vive en EE.UU: 'En una de las ciudades con mayor desarrollo'

De Córdoba al mundo.

Con apenas 12 años, Anabella Bergero amaneció rodeada de sonidos y olores extraños. Su Córdoba natal había quedado atrás para darle paso a la Ciudad de México , una urbe inmensa, aunque fascinante para una niña soñadora y creativa, que veía en cada paisaje una obra de arte.

Irse no había sido una elección propia, claro, tan solo seguía los pasos de su padre, quien en acuerdo con su madre, habían decidido emigrar por trabajo. Adaptarse a la nueva atmósfera resultó ser un desafío que la marcó para siempre. A su corta edad, Anabella debió enfrentar choques culturales intensos, no siempre fáciles de sobrellevar. Pero algo más sucedió: su gen viajero comenzó a despertar, y junto a él, se expuso su naturaleza exploradora, su curiosidad innata, y se evidenció más aún su profundo amor por el arte: "Sin saberlo, estaba entrenando un músculo de resiliencia que luego usé en mi vida para afrontar los cambios y transiciones de forma cada vez más preparada", asegura, al repasar su historia.

"Ese choque cultural, como lo llamamos, hoy lo entiendo como una expansión del yo. Nos identificamos con ciertas identidades y observé que la permanencia en un mismo lugar hace en muchas ocasiones de nuestras identidades una zona de confort. En mi caso, con esa primera mudanza, mi nacionalidad y mi espacio cultural familiar próximo se expandieron. Mi sentido del yo empezó a incorporar esos trazos de otra cultura. Mudamos lugares y mudamos identidades. Al final del día, a través de ese proceso de conocer al otro, nos expandimos. Eso sí, para realmente acceder a esa expansión hay que dejar todos los juicios y prejuicios de lado".

La primera vez que Anabella emigró fue junto a su familia a México, a sus 12 años (2002).

Volver a la Argentina y alcanzar el reconocimiento

México había sido tan solo la primera puerta hacia el mundo. Tras una década, Anabella regresó a vivir a la Argentina, mientras que sus padres alternaron sus puertos, entre el suelo porteño, Brasil y la tierra azteca hasta, finalmente, instalarse en Colombia. Sus hermanas, por otro lado, hallaron a su vez sus caminos lejos de su país natal. En el fluir de la vida se habían transformado en una familia nómade, acostumbrados al cambio y la transición: "De Córdoba al mundo", suele decir su padre.

En aquel primer regreso a Buenos Aires, Anabella tenía 22 años. Su tierra, de pronto, se sintió extranjera. ¿Quién era? Ahora la invadía esa sensación de no ser ni de aquí ni de allá, tal vez un poco de todos lados, una sensación que, a medida que crecía, le susurraba al oído que era tiempo de volver a la aventura.

Días inolvidables en Córdoba, Argentina, tierra natal de Anabella.

A pesar de los deseos viajeros, Buenos Aires fue el hogar elegido para estudiar Diseño Textil y de Indumentaria hasta que, cierto día, Dinamarca le dio la oportunidad de volar nuevamente de la mano de un intercambio estudiantil en la Real Academia de Bellas Artes de Copenhague.

Fue allí, en suelo escandinavo, que Anabella comenzó a desarrollar su marca, Maison Nomade . A la Argentina regresó...

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