Aguanten los tucu, contra toda la traición

No sé a ustedes, pero a mí me resultó patética la foto de Macri, Massa, Stolbizer, Sanz y Cano protestando por la en las elecciones de Tucumán. No puedo creer que pidan más transparencia cuando hicimos a la luz del día. ¿Qué quieren, que pongamos un aviso en los diarios, tipo, "a las 21 vamos a adulterar planillas en la Escuela 25"?

Otras veces, lo reconozco, eran cuestiones más sutiles, esas maniobras que ya forman parte de la picaresca electoral. El domingo, en cambio, nos propusimos no esconder nada. Traslado de votantes, reparto de planes sociales, falsificación de actas, compra de votos por 100, 500 o 1000 pesos (la tarifa se fija sobre el terreno tomando en cuenta las necesidades básicas no satisfechas del votante), desaparición de boletas de la oposición y, en caso de detección de bolsones de ciudadanos resistentes al orden establecido y a las prebendas, quema de urnas. Por suerte, esto ocurrió sólo con el 1% de los votos. No nos gusta contribuir al calentamiento global.

Pongámonos por un momento en la piel de Alperovich o de Manzur, tipos que laboriosamente vienen construyendo fortunas: ¿van a exponer sus riquezas al ánimo veleidoso del electorado? ¿Qué pasaría con el imperio del gobernador si llegara a faltarle la protección del poder? ¿Cómo podría mantener Manzur, desde el llano, su mansión de 1400 metros cuadrados cubiertos y su crecimiento económico a tasas chinas? No seamos hipócritas: cualquiera de nosotros recurriría al fraude si la prosperidad de nuestros tataranietos estuviese en riesgo.

Todos habrán visto, en la manifestación del martes frente a la Casa de Gobierno provincial, esa pancarta nacida con vocación de trending topic: "Tucumán, cuna de la Independencia y tumba de la democracia". Como operación de marketing, extraordinaria. Pero es una mentira espantosa. Las elecciones del domingo vinieron a darle un nuevo sentido al trámite a estas alturas rutinario de poner una papeleta en una caja de cartón. Millones de tucumanos fueron a votar con la esperanza no ya de que ganaran sus candidatos, sino de cambiar la heladera, llevarse 1000 pesitos o conseguir un subsidio. Millones de tucumanos no tuvieron que tomarse el trabajo de elegir a alguien: el poderoso aparato del Frente para la Victoria ya había elegido por ellos. Después de cumplir con el deber cívico, millones de tucumanos volvieron a sus casas y se sentaron frente a la TV para ver, como en una película de suspenso, si su voto era contado o incinerado. Los amigos se...

Para continuar leyendo

Solicita tu prueba

VLEX utiliza cookies de inicio de sesión para aportarte una mejor experiencia de navegación. Si haces click en 'Aceptar' o continúas navegando por esta web consideramos que aceptas nuestra política de cookies. ACEPTAR