Una agenda para el conflicto

Los indicadores sociales, económicos y sanitarios (corregidos y aumentados) estremecen. Las cifras no ofrecen el plafón más adecuado para dar batallas. Por el contrario, aconsejan eludir conflictos e intentar una tregua con los adversarios. Pero no es la lógica que seguirá en estos días la administración deLa agenda del Gobierno tiende a profundizar la confrontación en casi todos los terrenos, como el económico, el político y el judicial. La táctica que impera en el equipo de Fernández dice que "la mejor defensa es el ataque". Son los riesgos de las lecturas parciales: el estratega chino Sun Tzu, que la instauró, también sostenía que "la defensa es para tiempos de escasez y el ataque para tiempos de abundancia". Detalles.Como si no hubieran sido suficientemente impactantes los datos sobre la caída del PBI en el segundo trimestre (-19,1 %) y el aumento de la desocupación (llegó al 13,1%), esta semana se conocerán los indicadores de pobreza e indigencia del primer semestre. Los argentinos pobres serían alrededor del 40%, a pesar de la voluminosa ayuda estatal desplegada tras la llegada de la pandemia y aunque los efectos negativos de la cuarentena solo hayan impactado en la mitad del tiempo medido. Por lo tanto, los inquietantes números serán una foto en sepia. Las estadísticas del segundo semestre serían bastante peores.A pesar de las malas noticias numéricas, que son millones de argentinos de carne y hueso afectados, el Gobierno se propone dar una fuerte batalla dialéctica. Si ya no se hubiera gastado, el espíritu de la ofensiva podría resumirse en la célebre frase "lo peor ya pasó".Eso es lo que quedó de los encuentros que el jefe de gabinete, tuvo con los ministros la semana pasada y lo que se terminó de fraguar anteayer con el equipo económico en Olivos.La inusual reunión sabatina, que se mantuvo en reserva, fue presidida por Fernández y participaron Cafiero y los ministros Matías Kulfas, Felipe Solá y el presidente del Banco Central, Miguel Pesce.Allí, al margen de los mensajes casi optimistas filtrados al exterior, primó la necesidad de hacer alineación y balanceo en el equipo económico después de los desajustes expuestos en los días convulsos que precedieron y sucedieron a la instalación del supercepo. Impostergable tarea. La confianza en el combinado oficialista no abunda ni siquiera entre su parcialidad. Por eso, cualquier rumor resulta verosímil, como el que circuló el viernes, que auguraba cambios en Economía y en el BCRA. En la...

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