Adolescentes. La generación que quedó fuera del radar

Cuando poco se sabía sobre una extraña neumonía que se expandía por el mundo, el foco se puso casi de inmediato en los mayores: el virus era implacable con los pacientes de edad avanzada, que morían de manera abrumadora. Ya declarada la pandemia, comenzaron a encenderse las alarmas por las consecuencias emocionales en los más chicos, lejos de las aulas y de toda rutina. Pero había una generación que padecía en silencio y que nadie miró lo suficiente: los adolescentes.

Si algo caracteriza a esta etapa de la vida es el tránsito de las identificaciones tempranas a una apertura al mundo. Se trata de una salida exogámica no solo esperable sino también saludable. Los vínculos con pares cobran una relevancia inédita: las necesidades, las expectativas y los intereses se trasladan fuera del hogar. Sin embargo, durante las sucesivas cuarentenas, ese exterior se volvió inaccesible. Quedaron los adolescentes atrapados allí, en el salto hacia una exploración que es vital en el sentido más estricto de la palabra.

Hoy, las secuelas en los más jóvenes ya no se discuten, pero el debate bien podría ser otro: ¿se escapó del radar esta generación durante la emergencia sanitaria?

Expertos en salud mental advierten sobre un incremento de síntomas en adolescentes y las pocas estadísticas globales avalan esa preocupación: un estudio publicado por la revista científica The Lancet analizó la prevalencia de la depresión y los trastornos de la ansiedad en más de 200 países y determinó que los pacientes de esta franja etaria resultaron afectados en mayor medida.

Los números globales pueden resultar lejanos o ajenos, pero las cifras a nivel local exhiben la misma contundencia. El 53% de los adolescentes de entre 13 y 17 años se vio afectado de manera negativa en su bienestar emocional, según el Observatorio Humanitario de la Cruz Roja Argentina. En la encuesta, realizada en 15 provincias entre noviembre y diciembre de 2021, los investigadores detectaron fundamentalmente problemas de concentración, dificultades para conciliar el sueño, ansiedad y tristeza.

Un espejo nocivo

En plena construcción de la propia identidad y transformación corporal, los adolescentes pasaron el confinamiento sumergidos en el mundo de las redes sociales, plagadas de cuerpos esculturales y vidas perfectas. Fue un espejo nocivo que potenció problemáticas vinculadas a la imagen y a la autoestima en un período de vulnerabilidad extrema.

La Sociedad Argentina de Pediatría (SAP) advirtió que el...

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