ADN del crimen: una masacre que hace 28 años tiene el sello del gatillo fácil y la impunidad de la 'maldita policía'

El Dodge 1500 en el que viajaba el vendedor de libros Edgardo Cicutín, una de las víctimas de la masacre de Wilde

Raquel Gazzanego, la esposa del vendedor de libros Edgardo Cicutín , tuvo que esperar más de 28 años para que los policías bonaerenses que, el 10 de enero de 1994, dispararon más de 270 balazos en una descontrolada cacería que terminó con los asesinatos de su marido, del remisero Norberto Corbo y de los pasajeros Enrique Bielsa y Gustavo Mendoza , fueran sometidos a juicio oral.

Este episodio, conocido como la masacre de Wilde, constituyó uno de los hechos de brutalidad policial más sangrientos de la historia penal bonaerense. Además, junto con las denominadas masacres de Monte Chingolo, Andreani, Ramallo, Los Polvorines y San Miguel del Monte puso al descubierto la metodología aplicada por algunos integrantes de la fuerza de seguridad para provincial de "armar ratoneras" o emboscadas para matar a inocentes y asesinar a aquellos que se negaban a pagar las coimas, por dejarlos vender drogas o asaltar bancos y blindados.

La masacre de Wilde tiene vasos comunicantes con el mayor atentado terrorista ocurrido en la Argentina: el ataque contra la sede de la AMIA , donde murieron 85 personas. Una escucha telefónica entre el subcomisario Juan José Ribelli y un colega suyo puso al descubierto la intención de recaudar fondos para lograr a cualquier precio la liberación de los "muchachos que cayeron en desgracia por lo de Wilde". Según se determinó en varias investigaciones judiciales, la venta de la Trafic utilizada en el atentado contra la AMIA formó parte de las maniobras para recaudar dinero y "ayudar" a los policías acusados por el hecho de brutalidad policial ocurrido en el cruce de las avenidas Mitre y Ramón Franco.

Familiares de las víctimas de la Masacre de Wilde, en el lugar donde se instaló un cartel recordatorio

Esa grabación figura en el denominado anexo "Brigadas" del voluminoso expediente por el ataque contra la AMIA. No obstante, Ribelli nunca fue acusado por la Masacre de Wilde. Era el cuñado del jefe de la Brigada de Lanús, el comisario inspector José Miguel Ojeda y, además estaba en Brasil en el momento de los cuatro homicidios. Aunque estuvo preso por su presunta responsabilidad en atentado contra la AMIA, fue absuelto en el juicio oral que se desarrolló durante dos años.

Actualmente, Ribelli ya no trabaja como policía, es abogado y está al frente de un influyente estudio jurídico.

A partir de la investigación encarada...

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