Con el adiós de Saja perdió otro líder y está en duda Sava

Otra noche de despedida, otro emblema que dice adiós en Racing. Esta vez fue el turno de Sebastián Saja, el arquero que tenía decidido anunciar dar un paso al costado en el epílogo del campeonato, aunque optó por extender la intriga para que ese día, en el Cilindro, la fiesta y el reconocimiento tuvieran un único destinatario: Diego Milito. El Príncipe fue el dueño absoluto de la jornada, aunque el abrazo sentido, lleno de emoción y cargado de lágrimas entre el guardavalla y el goleador sintetizó la partida de los dos; también la amistad, el compañerismo sincero entre dos nombres que dejaron una huella en el club y enseñaron al resto del grupo que los líderes pueden convivir bajo el mismo techo, despojados de los egos. El paso de la Academia por tierra formoseña, anoche, no terminó en esos dos apellidos: la continuidad del técnico Facundo Sava está envuelta por un halo de misterio, entre lo que declara el entrenador y lo que esgrimen el presidente Víctor Blanco y los dirigentes que toman decisiones en el club.

Así como Saja prefirió ser un partenaire en la última función de Milito en el Cilindro, el goleador deseó retribuirle ese gesto al arquero en el estadio Antonio Romero, en el debut de Racing en la Copa Argentina. Sin embargo, la función del dúo se frustró: algunas líneas de temperatura le impidieron al N°22 estar junto al amigo. Milito se quedó en el hotel, ni siquiera pudo ser parte de la delegación, y su retiro quedó sellado con la imagen que ofreció frente a Temperley. El Chino, entonces, lució el brazalete azul de capitán, el buzo verde con el escudo pegado al corazón y realizó, frente a Gimnasia y Tiro, de Salta, la función de despedida. La charla final que desea sostener Blanco para convencerlo de estirar el ciclo no entra en la consideración del hombre de 36 años, que regalaría sus últimas atajadas en la Major League Soccer antes de colgar los guantes de manera definitiva.

Una improvisada bandera con la leyenda "Gracias Chino", pintada con aerosol azul sobre una tela blanca, resultó un reflejo de lo que fueron sus cinco años custodiando el arco de Racing: profesionalismo, prédica en la cancha y en el vestuario, acompañamiento, todo sin demagogia ni aires de divismo. Dos atajadas, frente a remates de Ramasco y Carrasco, la mejor imagen en su función despedida, en un partido que la Academia recién logró desatar en los últimos minutos, con los goles de Acuña y Licha López.

Esos revolcones y el resultado, que recién se desequilibró...

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