Una adicción que no tiene cura

Dicen que las adicciones no tienen cura y es cierto, sobre todo si nos guiamos exclusivamente por lo visto anteanoche en el Anfiteatro de Costanera Sur. Jane?s Addiction, o Juana?s Adicción, a decir del propio Perry Farrell, tardó más de veinte años en debutar en Buenos Aires y lo hizo justo a tiempo. Es que no sabemos hasta cuándo durará el nuevo capítulo del matrimonio artístico que componen Farrell y Dave Navarro.El clima de evento atentaba contra el "peligro" de buen rock. Un show cuasi gratuito, promovido por una compañía de telefonía celular que regaló entradas mediante las redes sociales ?además del programa de radio de Mario Pergolini? y un VIP amplio por donde desfilarían estrellas, estrellitas y estrellados, no era lo que se dice una promesa de noche soñada. Pero algo intermedio sucedería.Después de los locales Bicicletas (¿Si aún no los escucharon qué esperan para hacerlo?) y de Edward Sharpe y The Magnetic Zeros (cualquier semejanza con Devendra Banhart es acertada), Jane?s salió a escena para cumplir con la promesa de un show corto pero contundente. Una hora y cuarto, 12 canciones, un bis y la alegría de un público mixto (cerca de 8000 personas), entre nostalgiosos de los alternativos 90 y los otros, los que no vivieron aquellos días pero sí los soñaron en esta década escuchando las canciones de Farrell y compañía, el hombre que pudo pasar a la historia como el gurú de una generación y se corrió a tiempo para moldear otra: la que se educó al calor del festival Lollapalooza, el mismo que, a veinte años de su primera realización, tendrá su bautismo sudamericano: hoy y mañana, en Santiago de...

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