La actriz Ana de Armas, protagonista de Rubia, dice: 'Marilyn solo quería ser amada y rescatada'

Con la película resurge el misterio: ¿cómo una mujer tan exitosa terminó su vida de manera tan trágica?

Otoño de 1954, Nueva York. En la esquina de Avenida Lexington y la 52, Marilyn Monroe se prepara para filmar la escena más icónica de su carrera. Es alrededor de la una de la mañana, pero cientos de fanáticos se agolpan en la calle para verla. Ahí está ella: vestido blanco con escote hasta el esternón, cintura ultra ajustada, labios rojos, pelo enrulado, corto y platinado. Billy Wilder, el director de La comezón del séptimo año , grita: "¡Acción!". La cámara empieza a rodar.

Marilyn camina con la gracia de una diosa que bajó del paraíso para deleitar a la humanidad. Su personaje, que no tiene nombre, es una aspirante a actriz y modelo de comerciales. Acaba de ir al cine con su vecino, un hombre aburrido de la rutina del matrimonio. La chica dice: "Me dio pena la criatura, en el desenlace. Su aspecto daba un poco de miedo, pero no era mala. Creo que solo quería un poco de afecto. Ese sentimiento de sentirse amado, necesitado, deseado…". Entonces, sucede ese momento mágico, inolvidable: Marilyn se para sobre una alcantarilla y, cuando el subte pasa por debajo, la brisa hace flotar su vestido. Ella ríe y deja que sus piernas queden enteramente al descubierto. El equipo de producción aprueba, la gente alucina. Todos caen bajo su hechizo excepto un hombre retraído que ahora está ciego de ira y celos: Joe DiMaggio.

De Armas (34), en una actuación brillante que generó polémica, por su origen cubano para un ícono estadounidense

El ídolo del béisbol y la estrella de Hollywood se habían casado en enero, después de 18 meses de noviazgo. A la mañana siguiente, ella aparece en el set con moretones en los hombros, pero nada que un buen maquillaje no pueda disimular, al menos para continuar filmando. La ilusión se mantiene intacta. Su matrimonio, en cambio, se derrumba a los pocos días. Cuando se miraba al espejo, ¿quién estaba detrás de esa imagen que generaba tanta admiración y deseo? ¿Quién era realmente Norma Jean Baker cuando no encarnaba a Marilyn Monroe, el papel más prolongado y demandante de su corta vida?

Una de las estrellas más legendarias del cine. La persona más fotografiada del siglo XX y una de las cien más influyentes en la historia de los Estados Unidos. Un ícono pop eterno , a quien artistas como Andy Warhol, Elton John y Madonna le rindieron homenaje. Carne de cañón para teorías conspirativas y cuestionamientos, que nunca llegaron a determinar si era feminista, lesbiana, comunista, o nada de todo eso. Objeto de estudio y musa de incontables libros y películas sobre su vida, entre los cuales ahora se destaca Rubia , largometraje tan perturbador como poético de casi tres horas. Protagonizado por Ana de Armas y dirigido por Andrew Dominick, debutó en el Festival de Cine de Venecia y, desde fines de septiembre, está disponible en Netflix. Eso sí, con una restricción: es solo para mayores de 18 años.

Puede que, como se quejó Dominick, el rating de la Motion Picture Association sea algo exagerado. Pero el film no escatima en escenas crudas, violentas: en los primeros 20 minutos, la protagonista ya sufrió un intento de ahogo en la bañera por parte de su madre y fue violada por un alto ejecutivo de un estudio cinematográfico. Sin embargo, puede que la escena más inquietante no sea otra que la que Dominick eligió para su enigmático teaser : filmada en blanco y negro, como buena parte del film, Ana de Armas se pone en la piel de una mujer que llora desconsolada frente al espejo de su camarín. Junta las manos en forma de rezo y pide en voz alta: "Por favor, vení. No me abandones" . Su estilista le retoca la cara, todavía cubierta de lágrimas, y le responde: "No te preocupes. Ya está llegando". De repente, la expresión abatida transmuta en una mirada felina y una sonrisa explosiva.

A 60 años de la muerte de Marilyn Monroe, todavía quedan más interrogantes que certezas. Y lo que creemos saber a ciencia cierta podría ser solo la punta del iceberg de una lúgubre existencia.

Inocencia interrumpida

Norma Jean Baker nació el 1° de junio de 1926 en Los Ángeles, California. El primer recuerdo de su infancia -el primero al menos que cuenta en su biografía, que empezó a escribir cuando se casó con DiMaggio, pero que nunca terminó- es de cuando tenía 7 años. Por entonces, creía que las personas con las que vivía eran sus padres. Hasta que un día, la mujer a la que llamaba "mamá" le dijo: "No me llames así. Ya sos grande como para saber la verdad. No somos parientes, estás acá porque recibimos dinero a cambio de cuidarte. Tu madre va a venir a verte mañana. Podés llamarla ‘mamá’ a ella si querés ". A lo cual Norma Jean respondió: "Gracias".

A su verdadera madre, Gladys Pearl Baker, la había visto algunas veces antes, creyendo que era una amiga de la familia. Cuando la saludó con un "Hola, mamá", Gladys se quedó mirándola en silencio. Marilyn, de grande, contaría no recordar gestos de cariño de parte de su mamá, con quien vivió unos pocos meses.

En aquella casa que compartieron había una foto de un señor elegante, con el sombrero levemente inclinado y un bigote finito, como lo usaba Clark Gable. La pequeña se quedaba como hipnotizada frente a esa foto colgada en la pared, siempre desde abajo hasta que un día Gladys la alzó para que pudiera apreciarla mejor. "Ese es tu papá. Murió en un accidente de auto". Su hija no le creyó, y tenía razón. Recién en 2022, un estudio de ADN corroboró la teoría más fuerte: Charles Stanley...

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