El actor, el hombre, el padre

Barón engominado capaz de sacarse de encima a la siciliana de bigotes que tiene en casa para cambiarla por la primita escultural que aguarda su inminente viudez; fotógrafo sin cámara de una banda de rateros tan infelices como él; donjuanesco galán que no logra responder a su fama; cineasta en crisis de creatividad; atormentado homosexual antifascista; Casanova decadente en los días de la Revolución Francesa; agitador socialista entre obreros textiles del siglo XIX; periodistaplayboy, testigo de la descomposición de la aristocracia romana en la Italia del boom? A Marcello Mastroianni -admirado como actor versátil, pero también ser humano entrañable y por eso echado de menos como a un familiar o un amigo perdido- nos ha dejado esos y otros muchos rostros. Decenas, como que en su trayectoria de casi cincuenta años rodó más de 130 películas, de Los miserables (Riccardo Freda, 1948) a Viaje al principio del mundo (Manoel de Oliveira, 1997).Pero siempre queda algo más por conocer de él. No ya del actor de Divorcio a la italiana , Los desconocidos de siempre , Il bell'Antonio, Ocho y medio, Un día muy particular, La noche de Varennes, Los compañeros o La dolce vita (títulos aludidos más arriba), sino de Marcellus Dominicus Vincentius Mastroianni, tal como latinamente consta en la partida de nacimiento fechada el 28 de septiembre de 1924 en Fontana Liri, la pequeña aldea de los Apeninos donde nació. O de lo que él recuerdan sus dos hijas -Barbara y Chiara- y dejaron registrado hace cinco años en un breve documental de Roberto...

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