Por accidente, se convirtió en el protagonista del primer y triste reality show

Alfredino Rampi, el chico del pozo

Cualquier reality show tiene bastante más de show -si no todo- que de realidad. Pero mucho antes de que existiera la expresión, y de que se materializara la peregrina idea de poner a la gente como conejillos de Indias 24 horas frente al ojo indiscreto de las cámaras, los telespectadores italianos asistieron en continuado a lo que terminaría convirtiéndose en una suerte de primera -y tristemente célebre- maratón de telerrealidad. Un episodio que quedó profundamente grabado en la memoria de quienes asistieron, a través de la pantalla chica, a la tragedia de la muerte de un niño transmitida en directo por televisión .

Era junio de 1981, cerca del comienzo del verano en Vermicino, una localidad de las afueras de Roma. Y aunque pasaron cuarenta años, el destino aciago de Alfredino Rampi quedó impreso a fuego y convertido en un trauma colectivo que se recuerda en cada aniversario con igual pesar, reviviendo un indecible sentimiento de derrota.

Tragedia, acto 1

Cerca del atardecer del miércoles 10 de junio de 1981, Ferdinando Rampi había salido a pasear por Vermicino con algunos amigos y sus dos hijos: Alfredo, de seis años, y Riccardo, de dos. En casa habían quedado Franca, la madre, en compañía de la abuela.

A la hora de volver, Alfredino -como lo llamaban cariñosamente- pidió adelantarse corriendo por el campo, sin que nadie pudiera imaginar que ese gesto inocente sería el principio del fin. Cuando el padre y Riccardo llegaron a su vez de regreso a la casa, se descubrió la mala nueva: el hermano mayor no aparecía por ningún lado. Una hora más tarde, después de buscarlo en vano, se alertó a la policía y a los bomberos de la zona. Y aunque la abuela del niño fue la primera en suponer que el pequeño podía haber caído en un pozo artesiano que había sido abierto poco tiempo atrás en la finca vecina, cuando se hizo la primera inspección el pozo se halló tapado con una chapa que un puñado de piedras mantenían firmemente en su lugar.

Solo más tarde, cuando la búsqueda de Alfredino continuaba en vano y crecía la desesperación junto con la oscuridad, uno de los policías que había acudido al lugar se enteró del pozo e insistió en volver a revisarlo. Guiado por una corazonada, desplazó la chapa y metió la cabeza en el agujero: fue así el primero en escuchar los quejidos del niño, hundido en las entrañas de la tierra varias decenas de metros más abajo.

El episodio no dejaría de despertar sospechas. Hubo quien apuntó a la presunta negligencia de los padres y hasta se habló -con conjeturas más que con pruebas- de un presunto homicidio doloso. El dueño del terreno vecino, que sin la menor sospecha del accidente había tapado el pozo entre el momento de la caída de Alfredino y la hora en que la familia advirtió su...

Para continuar leyendo

Solicita tu prueba

VLEX utiliza cookies de inicio de sesión para aportarte una mejor experiencia de navegación. Si haces click en 'Aceptar' o continúas navegando por esta web consideramos que aceptas nuestra política de cookies. ACEPTAR