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Cristina Kirchner brindó días atrás una entrevista en C5N.

Una frase de Gabriel García Márquez aplica a la perfección para describir la semana en la que Cristina se bajó del operativo clamor y de toda candidatura. "Con el tiempo, todo pasa. He visto, con algo de paciencia, a lo inolvidable volverse olvido y a lo imprescindible sobrar".

Con el renunciamiento de Cristina, después de veinte años de centralidad del kirchnerismo, ¿se terminó el kirchnerismo? Es la pregunta del millón.

Y, en todo caso, ¿qué significa ese renunciamiento para el peronismo y para la escena política argentina, para el periodismo argentino, tan cristidependiente? Alcanzó diez puntos de rating la nota que le hizo Pablo Duggan el jueves pasado: miren si no hay cristidependencia, incluso entre los que no la quieren.

Para el peronismo cristinista, la renuncia fue vivida como un duelo. El que mejor lo expresó fue el actor Gerardo Romano, que lo comparó con la muerte del psicoanalista de uno o el abandono de una madre.

Para el antikirchnerismo, que hace rato la quiere fuera de la cancha de la política fue, en cambio, liberación. Un alivio. "Hoy se respira mejor", se leía en las redes. Los mercados ni se movieron. Todo un dato.

Seguramente muchos se preguntarán cuántas veces se dio por muerto el kirchnerismo, pero al final resucitó. Es verdad, pero en esta ocasión hay señales que sugieren un fin de ciclo.

Un punto de comparación se puede encontrar en las relaciones sentimentales. Cuando termina una pareja, se mirá para atrás y se advierte que siempre hubo señales que lo avisaban, pero que al final uno no quería verlas. En política pasa algo parecido.

Hay algunas señales para tener en cuenta.

  1. El ciclo de la bonanza China, como lo llama Luis María Sanguinetti. Se trata básicamente de la China como motor del crecimiento mundial, socio comercial de la Argentina y de Brasil. Ese mundo de ojos en la nuca que Cristina añora, y que empezó a terminar en 2013, ya no existe más. El populismo se quedó seco, en todos los sentidos.

  2. Los jóvenes de barrios populares ya no son kirchneristas, lo votan a Milei, una situación advertida por la consultora Shila Vilker. Los jóvenes de las universidades tampoco son kirchneristas; en las últimas elecciones viene arrasando la Franja Morada.

  3. El sincericidio de la propia Cristina revela su fragilidad , cuando dice: "Lo importante es entrar al ballotage". Ella sabe que pueden salir terceros.

  4. Entre 2019 y 2021, ellos perdieron 4 millones de votos...

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