Hoy para nosotros

Qué diferencia al periodismo que se hace en un diario de otros oficios que también trabajan con palabras? ¿La investigación? No necesariamente, porque también investiga el biólogo y publica por escrito la información que resulta de sus investigaciones. ¿La opinión? Podría ser, pero también opinan el sociólogo y el analista político. ¿La crítica? Sin duda, aunque la crítica suele respirar mejor en el ensayo. El periodismo participa de todas esas variedades de la escritura aunque, a la vez, está regido por una particularidad que le pertenece solamente a él: un modo enteramente propio de relacionarse con el tiempo. La temporalidad periodística es diferente del resto, y esa temporalidad es, por lo menos para mí, el flanco más apasionante del oficio: se ocupa del presente y conjuga ese presente en presente.

Esto tiene dos consecuencias: a) el tiempo mismo de la escritura y b) la temporalidad en la que los periodistas vivimos.

Empiezo por a). Una parte crucial del oficio del periodista consiste en la administración del tiempo, del poco tiempo en principio, pero también del muchotiempo, porque cuando estamos holgados de tiempo no escribimos jamás el artículo que deberíamos escribir. La tentación -la necesidad- de ponernos la soga al cuello es la deformación profesional del periodista. Esto no es tan malo como parece ni pertenece exclusivamente al periodismo. Después de todo, como me decía un amigo los otros días, sin esa "soga al cuello" todavía estaríamos cazando y pescando. El compositor Mauricio Kagel lo propuso de una manera parecida: sin deadlines no habría habido historia de la música ni historia de nada.

Pero nadie tiene menos tiempo que el periodista. Ya lo dije aquí mismo una vez: en el periodismo, no hay tiempo que perder; en otras escrituras, todo consiste en perder el tiempo.

El tiempo de la escritura está hecho de tiempo perdido, disponible, muy poco utilitario. En cambio, el tiempo de la escritura periodística coincide casi punto por punto, en una especie de grado cero, con el tiempo material que lleva escribir, es decir, el tipeo. En esto se parece un poco al improvisador en la música. Una brevísima anécdota sobre este punto: en algún momento de los años sesenta, en Roma, el compositor estadounidense Frederic Rzewski, grabador en mano, le pidió al saxofonista de jazz Steve Lacy que explicara en quince segundos la diferencia entre improvisación y composición. La respuesta: "En quince segundos, la diferencia entre la composición y la...

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