El budista de linaje rabínico

Acaba de cumplir 80 años y está más activo y en forma que nunca. Dice, en algunas entrevistas, que al fin desapareció esa melancolía, esa condición depresiva que lo persiguió como una sombra durante buena parte de su vida. Y, como Dylan, parece haber decidido que la ruta y los escenarios (a los que debió volver intensamente hace unos años forzado por la millonaria estafa de su manager que lo dejó en la ruina) le sientan bien, que aún no es tiempo de retiro. Le ha dicho hace un año a Sylvie Simmons, su biógrafa, que en esa vida "regulada" a la que obliga una gira encuentra un paralelismo con la disciplina del monasterio zen de Los Ángeles en el que vivió durante muchos años, sirviendo a su maestro Kyozan Joshu Sasaki Roshi, fallecido hace unos meses.A él justamente está dedicado su nuevo disco, Popular Problems, editado a solo dos años de Old Ideas (una frecuencia que es otro signo de su fértil estado creativo). Pero no se trata sólo de una dedicatoria; la enseñanza zen es quizá la que está detrás de esta mayor austeridad sonora que permite apreciar más que nunca sus perfectas palabras, esas que busca con la tenacidad de un minero, con la concentración del alquimista.El hombre que fue mayor casi desde un comienzo, el hombre que llegó ya grande a la explosión de los sesenta siempre se ha enfrentado (y nos...

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