Cartas de los Lectores

Liberalismo porteñoEn su artículo reciente sobre Julio A. Roca, "Pacho" O'Donnell se refiere despectivamente a mi tatarabuelo, Salvador María del Carril, como parte del "liberalismo aporteñado (que) diagnosticaba que los males nacionales radicaban «en la extensión», es decir, las provincias sobraban" (la expresión es de él).Nacido en San Juan en 1798, Del Carril fue gobernador de la provincia en 1825 y ministro de Hacienda de Rivadavia en 1826. El ferrocarril se difundió en Inglaterra en 1830 y en nuestro país recién en 1862. Sospecho que viajar más de 1100 kilómetros de San Juan a Buenos Aires a paso de caballo daría a cualquiera para maldecir la extensión. Las tropas de carretas tardaban cincuenta días; más tarde las galeras demoraban doce.Las provincias le importaban tan poco a Del Carril que como gobernador redactó él mismo e hizo sancionar la primera Constitución de la suya, en la que introdujo por vez primera en el país la libertad de cultos, con el conflicto consiguiente que Sarmiento narra en Recuerdos de provincia. La llamada Carta de Mayo es un importante antecedente de la Constitución Nacional de 1853. Para fastidio de O'Donnell, Del Carril es, a mucha honra, uno de los padres del liberalismo argentino. Pero veamos cuán "aporteñado".Vivió en Buenos Aires de 1826 a 1829. Partió luego al exilio. Volvió después de Caseros. Sancionada la Constitución, fue elegido primer vicepresidente de la Nación. El presidente, Urquiza, de los seis años del mandato presidencial delegó formalmente el poder por más de tres años en Del Carril, que gobernaba la Confederación Argentina desde Paraná, enfrentada con Buenos Aires, que se había separado del país. A los sesenta años, mi tatarabuelo había vivido en Buenos Aires apenas cinco.Después de Pavón, Urquiza le encomendó la negociación final con Buenos Aires, que tuvo éxito, felizmente. Fue la unificación definitiva del país. Del Carril llegó a la ciudad el mismo día en que las tropas vencedoras de Pavón desembarcaban en medio del festejo popular. Fue reconocido y agredido en la calle y el general Mitre le envió una escolta para ponerlo a salvo en su hotel.Después sí, se radicó en Buenos Aires, y cuando Mitre, ya presidente, conformó sabiamente la primera Corte Suprema de Justicia de la Nación con amigos y adversarios, lo llamó para integrar el tribunal, del que fue su segundo presidente. Fue así el primer argentino en presidir los tres poderes del Estado. Cuando murió, en 1883, Mitre, Sarmiento y el presidente Roca...

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