Víctor M. Fernández: 'El Papa espera más apertura de los obispos'

ROMA.- Caído el telón sobre el extraordinario de obispos, el primero de Francisco, el arzobispo argentino Víctor Manuel Fernández, que estuvo en la comisión que redactó tanto la relatio synodi (el documento final) como el mensaje conclusivo, trazó un balance más que positivo. "Ésta fue sólo una etapa en el camino, y la mayoría siente que se ha dado un gran paso, que se ha inaugurado un , con libertad y claridad", manifestó Fernández, teólogo muy cercano a Francisco, en una entrevista con LA NACION.Rector de la Universidad Católica Argentina, cordobés de 52 años y apodado "Tucho", también negó tajantemente que haya sido una "derrota" para el Papa que tres párrafos del documento final, relativos a la cuestión de los gays y de los divorciados vueltos a casar, no obtuvieran los dos tercios requeridos, como algunos interpretaron."Lo que el Papa espera es una mayor apertura pastoral de ministros con olor a oveja, capaces de sufrir con la gente", explicó.Sobre la virtual marcha atrás que hubo a la apertura a los gays, dijo que "quizá" lo que faltó fue que los obispos se preguntaran, como hizo Francisco, "¿quiénes somos nosotros para juzgar a los gays?" Ante una pregunta sobre qué les diría a quienes critican al Papa porque con este sínodo se abrió una "caja de Pandora", contestó, sin vueltas: "Si no se abre la caja de Pandora, lo que se hace es esconder la mugre debajo de la alfombra, meter la cabeza en un hueco como las avestruces, alejarnos cada vez más de la sensibilidad de nuestra gente y quedarnos contentos porque un pequeño grupo nos felicita".-Éste fue su primer sínodo: ¿qué es lo que más lo impactó?-Me impactó poder discutir con gente de todo el mundo. A mi lado se sentaba el presidente de la Conferencia Episcopal de la India y del otro lado, el de Vietnam. Salí muy enriquecido, y creo que ahora puedo encarar distintos asuntos con una riqueza de perspectivas mucho mayor. También me impactó que el Papa nos rogara hablar con plena sinceridad y claridad sin tenerle miedo "a nadie". Me deslumbró su paciencia para estar varios días sentado de la mañana a la noche escuchando atentamente a todos. Mientras alguno roncaba y otros se quejaban del dolor de espalda, él miraba, sonreía, anotaba. Los obispos que participaron en sínodos anteriores están felices, porque dicen que durante estos días se ha podido discutir con los pies sobre la tierra y se han puesto sobre la mesa cuestiones que en los últimos años no se planteaban de manera muy directa. Nadie se privó de...

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