A los codazos contra la vieja guardia

Dicen que los insultos de Charles Joseph Massano, un cordobés que nació en Estados Unidos, economista e histórico asesor en la Secretaría de Energía, se oían desde varios pisos, pero son irreproducibles. Acababa de ser citado al despacho de Gastón Ghioni, flamante subsecretario de Combustibles que había decidido darle una desagradable noticia: no se le renovaría el contrato. "Órdenes de arriba", le explicó. Fue el martes pasado. Massano, a quien los ejecutivos del sector conocen como "Charlie", incursionó entonces en varios géneros de la injuria. Extrajo metáforas del mundo de la profilaxis, la proctología y la embriología aviar, y redondeó con una jactancia típicamente petrolera: "Vos tomabas la mamadera, y yo ya trabaja en la energía". Tuvieron que subir varios al sexto piso para intervenir.Ghioni es un sociólogo que trabajó para el Cenda, el instituto que integraba Axel Kicillof y que, hasta 2008, se escandalizaba por la manipulación del Indec. Después se acercó a La Cámpora, fue gerente de Finanzas de Enarsa y recayó este mes en el Ministerio de Planificación como subsecretario de Combustibles. Su designación en los viejos dominios de Julio De Vido podría tomarse como tropo de un avance que empezó a mitad de año, cuando Mariana Matranga, una ingeniera química con experiencia petrolera que hasta ese momento había sido asesora en YPF, reemplazó como secretaria de Energía a Daniel Cameron, eterno colaborador de los Kirchner. El vínculo de Cameron con el matrimonio se había dado a través de la buena relación que su mujer, María Rosa, tenía con Néstor, circunstancia que lo convirtió en los 90 en el primer asesor de la legisladora Cristina.Auscultar la evolución de las atribuciones de De Vido, degradado en estos días virtualmente a la condición de subsecretario de Estado, es en cierto modo describir la metamorfosis del kirchnerismo. En la tarde del 1° de julio, cuando Cameron se enteró de que la Presidenta le pedía una renuncia que aceptó enseguida, intentó quedar como asesor en represas como Garabí o Yacyretá. Pero de Olivos llegó una segunda orden inapelable: debía abandonar todo contrato. "En este momento, estos tipos tienen la lealtad de un dogo hambriento", graficó ante este diario alguien que trabajó en esos despachos. El ingeniero está entonces presto a volver a Río Gallegos, donde todavía mantiene un cargo en Servicios Públicos Sociedad del Estado, empresa de la provincia, donde pretende jubilarse.La relación de la Presidenta con ese viejo entorno es...

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