El relato... y los hechos

El escritor Octavio Paz solía referir este episodio de la literatura china: un mandarín convocó a su filósofo de cabecera para preguntarle cómo hacer una revolución profunda en su reino. El sabio le contestó: "Si desea transformar la realidad, modifique el lenguaje".La lección de cinismo que ofreció aquel asesor parece una ironía. Sin embargo, la inclinación de los gobernantes a cambiar el nombre de las cosas en vez de cambiar las cosas mismas ha sido muy persistente a lo largo de la historia. Cristina Fernández de Kirchner se incluye en esa tradición. Desde que el kirchnerismo llegó al poder, hace ya una década, su administración ha apelado a las mutaciones verbales para disimular decisiones antipáticas o fracasos políticos.El cinismo, la hipocresía, el doble discurso y la épica escenográfica constituyen una regla dorada del kirchnerismo, que se manifiesta a diario sin que sus voceros se inmuten ante la evidencia de un relato que choca cada vez más con la realidad.De este modo, los supuestos intelectuales progresistas del oficialismo defienden a los Lázaro Báez y a los Ricardo Jaime; en pos de un declamado indigenismo dejan a gobernadores como Gildo Insfrán llevarse por delante a las comunidades aborígenes que son recibidas por el Papa, pero no por la Presidenta; en nombre de la soberanía monetaria, se concreta el calamitoso caso Ciccone y, en defensa de la Justicia, se intenta violarla.Una de las primeras invenciones de Néstor Kirchner fue la palabra "desendeudamiento". El término está referido al simple hecho de pagar deudas, que siempre resulta desagradable para las ínfulas demagógicas y nacionalistas que acompañan al populismo. Sobre todo si el acreedor es el Fondo Monetario Internacional. Es la razón por la cual Kirchner, cuando en el año 2005 decidió liberarse de la auditoría del Fondo, no dijo que saldaría por adelantado los compromisos pendientes. Prefirió explicar que estaba desendeudando al país.Kirchner actuó de esa forma a pesar de que cambió una deuda por la que se pagaban intereses de alrededor del 4% por otra, que contrajo con la Venezuela de Hugo Chávez, en la que la tasa llegó a ser en septiembre de 2008 superior al 15%. De modo que el desendeudamiento significó un mayor endeudamiento.La gestión económica ha recurrido muy a menudo a estos artificios. La Carta Orgánica del Banco Central de la República Argentina fue reformada para asignar a esa institución la misión de "preservar la estabilidad fiscal". Suena loable. A menos que se...

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