La 'revolución' no tiene marcha atrás

Este clima de fin de ciclo, que todavía puede ser un veranito y nada más, sume apresuradamente a dirigentes, politólogos y aficionados a la política en un mar de incertidumbres. La pregunta jamás pronunciada en público suena a técnica, pero es más bien práctica: ¿cuál será el "modelo de salida" que adoptará el kirchnerismo cuando le toque hacer las valijas y retirarse del poder?El acelerado deterioro de la economía y el consiguiente malestar que calienta la paciencia social, las groseras estocadas de muerte que el Gobierno ha decidido darle a la democracia intrusando la Justicia, http://www.lanacion.com.ar/1575953-inundaciones-analizan-como-acelerar-las-obras-necesariasy las tragedias que dejaron al descubierto la impericia gestionaria y un tendal de muertos, http://www.lanacion.com.ar/1574256-suiza-ya-analiza-una-denuncia-contra-lazaro-baez-por-lavadoque impactan en el mismísimo corazón de la Casa Rosada y se multiplican en todas las pantallas televisivas y a todos los horarios, y la constatación en las encuestas de que sus eventuales candidatos tienen cada vez peor imagen han convertido los cafés políticos en un hervidero de conjeturas y especulaciones. No se descarta allí una recuperación del partido gobernante, que hoy viene en picada, pero la verdad es que ya se piensa mucho en el poskirchnerismo. En las formas que tendría esa nueva etapa, en sus liderazgos y en sus encarnaciones posibles, aunque también se discute con mucha atención el "modelo de salida". Es que en ese punto se cifran, aunque no parezca, todas las características y malformaciones de nuestro sistema político e institucional. La duda más jugosa, alrededor de este tema tan espinoso, tiene que ver con cómo imaginan la retirada los propios protagonistas. Y la primera impresión es que ese "modelo de salida" no ha sido seriamente pensado: el kirchnerismo no concibe la posibilidad de abandonar el trono. Los cruzados del cristinismo conciben su fuerza no como un simple partido, sino como un movimiento patriótico. Y la patria no se entrega. Esto implica, a su vez, que no creen ni siquiera en el bipartidismo: en frente sólo tienen a la antipatria, a la partidocracia decadente y al satánico neoliberalismo. ¿A quién se le ocurre tejer acuerdos de continuidad y políticas de Estado con el enemigo? ¿Es posible vislumbrar siquiera desde la militancia la idea de que el enemigo pueda poner sus sucias manos sobre lo sagrado? Este concepto, que incluye en esencia creerse únicos y excluyentes, fundantes...

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