Christian Patermann: 'Los residuos vegetales y animales serán el oro del mañana'

Es abogado, economista y músico de jazz aficionado. Aunque también se declara "científico frustrado", por su interés en la biología y en la energía. Christian Patermann, integrante del Consejo de Bioeconomía del gobierno alemán, es uno de los pioneros de este nuevo enfoque que intenta responder a los desafíos de un planeta con recursos limitados y nuevas demandas que deberán satisfacer a una población que, en pocas décadas, alcanzará los 9000 millones de personas."Sólo un tercio de las áreas cultivables que estaban disponibles en 1950 lo estarán en 2020 –advierte Patermann, hablando en un español con acento bien castizo, en una pausa entre las sesiones del Simposio Biotecnología 2013, que la semana pasada reunió a algunos de los máximos referentes en el tema–. Habitualmente, la economía no tiene valor: es la descripción de acontecimientos, de comercio, de obtener rendimientos con inversiones, pero no es un valor real. La bioeconomía se centra principalmente en recursos biológicos; es decir, renovables, basados en el carbono, como plantas, animales, microorganismos. Esto permite, por ejemplo, la utilización de un material, de tal modo que los residuos pueden ser quemados. Esto ya de por sí es una optimización. Pero además la naturaleza y estos recursos biológicos pueden ofrecer propiedades nuevas. La madera, procesada de un modo especial, puede llegar a ser tan dura como el acero."–La bioeconomía llega precisamente cuando las industrias tecnológicas venían desacreditando a los recursos naturales como fuente de riqueza...–Hay parte de verdad dentro de esa observación. El origen de la bioeconomía está en la historia. Lo novedoso es que hemos recolectado una enorme masa de conocimientos sobre plantas, animales, metabolismos, genes, interacciones entre plantas y animales... pero nunca nos habíamos planteado hasta hace algunos años explotar sistemáticamente estos conocimientos nuevos para extraer ventajas, como las biorrefinerías, por ejemplo. En la primera mitad de la última década, hubo una sesión de la OCDE en la que los ministros hablaron sobre bioeconomía sin precisar su contenido. Entonces, mis colegas y yo dijimos: "Hombre, por qué no analizar esta idea de una economía sin fósiles, con recursos biológicos que pueden ofrecer ventajas que hasta el momento no tienen una explotación sistemática". En esa época, todo el mundo hablaba sobre la sociedad del conocimiento y eso inspiró un poquito nuestros pensamientos. Pensamos que había que dejar abierta la puerta...

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