Independiente encontró esperanza en el clásico

MAR DEL PLATA.? Nunca andan a la par. Ni que hablar de ponerse una mano en el hombro. Se desafían y, si los dejan, serían capaces de darse mordiscos. Marchan por caminos separados. En los colores, en la idiosincrasia y hasta en el juego. Cambian. Mutan. Tratan de reinventarse según los objetivos. Independiente no es el mismo cuando tiene enfrente la camiseta celeste y blanca. Racing, como un toro, modifica los gestos cuando queda nariz con nariz con el color rojo. Por eso son capaces de entretener, incluso, en una amistoso de verano y con tribunas a medio poblar. Ellos, los que se miran de reojo, llevan ese condimento extra que hace que un 0-0 pueda dejar cierto picor en el paladar.Independiente se habrá llevado una mejor sensación. Avivó la esperanza en el comienzo del año en el que luchará por la permanencia. De Racing se espera más. No es que haya sido un desastre, pero fue superado y mantuvo el resultado de la mano de Saja, la figura.Podrán sacarse distintas conclusiones. Claro que una saltará primero a la vista: las reacciones respecto de los primeros partidos fueron inversas. A diferencia del 0-2 con River, y esta vez con más titulares y con , Independiente tuvo otras inquietudes, una aceleración diferente. Se notó la mejoría. Y Racing, que entusiasmó con el 2-1 frente a Boca, pareció con las piernas pesadas. Camoranesi no asumió el liderazgo. Villar no acertó demasiado. Hauche se quedó a mitad de camino. Sand no se conectó. En síntesis, sin conceptos apresurados, el equipo dirigido por Luis Zubeldía retrocedió un paso.Saja puso un vidrio blindado en el arco de Racing. De su elasticidad y reflejos dependió la rabieta de Independiente. La Academia avanzó sin demasiada fuerza en los primeros momentos. Y los Rojos patearon desde lejos y llevaron peligro. Primero, Miranda, de 19 años, de halagüeño debut. Respondió el N° 1. Después, Benítez. Sí, otra vez el guardavalla. Más tarde, con un tiro libre, Montenegro, que pareció intacto en el comienzo de la cuarta etapa en el club. A estas alturas, ¿adivinó? Claro: el asunto se resolvió con otra volada de Saja. Sus manos...

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