La 34: de Rosario a la frontera con Bolivia, una ruta marcada por la muerte

En un pequeño claro entre la maleza de la banquina, hay una cruz de madera de la que cuelga una cadenita con un pequeño dije. La cruz tiene inscripto el nombre de Felicitas Salleras y una fecha: 27 de enero de 2009, día en que en esa curva de la ruta 34, después de Rafaela, Santa Fe, un colectivo de la empresa Cachi chocó con un camión.

La madre de Felicitas está sentada frente a la cruz, encerrada en un silencio profundo, distante de los camiones y autos que pasan a menos de dos metros. Esa banquina, con esa imagen y ese dolor, vibra a lo largo de los 1500 kilómetros de la ruta 34, que empieza en Rosario y termina en Salvador Mazza, fronteriza con Bolivia.

La 34 carcomió vidas, sin sentido. Es un camino angosto y largo, en un estado deplorable desde hace décadas, donde la muerte se le cruzó sin piedad a 75 personas en los últimos tres meses, y vistió las banquinas con cruces y oratorios, como si fueran un campo santo.

Esa ruta que atraviesa medio país -Santa Fe, Santiago del Estero, Tucumán, Salta y Jujuy- parece intocable a pesar de las tragedias diarias. Estuvieron en carpeta proyectos paliativos, pero ninguno se concretó. El Gobierno reflotó la idea de transformar algunos tramos en autovía, como a la altura de Sunchales, en Santa Fe, y de Tartagal, en Salta. Mientras, los siniestros siguen multiplicándose.

Es imposible esquivar las crudas historias que aparecen en el camino, cuando se lo transita de punta a punta, desde Rosario hasta el puente internacional de Salvador Mazza, en que la 34 se transfigura en la ruta 9, en Yacuiba, Bolivia, donde los domingos una colorida feria de más de dos kilómetros bloquea el camino.

A lo largo del trayecto la geografía cambia: cada pueblo o ciudad expone su propia piel. Pero lo que no se altera en casi todo el camino es el pésimo estado de la ruta, siempre angosta, con el asfalto deficiente -en algunos tramos casi intransitable- y con banquinas sin mantenimiento.

De Rosario a Santiago

Ese tramo tiene una extensión de 420 km y atraviesa 26 pueblos y ciudades. A sólo 14 km del punto de partida, en el cruce de la A012, centenares de camiones estacionados al costado de la ruta obligan a ir a paso de hombre. Nadie controla el caos: se entremezclan camiones, motos y gente en bicicleta. El puesto de Gendarmería fue levantado a fin de año. Darío Valdez, transportista de Morrison, dice que la ruta "se pone salvaje en época de cosecha". Las banquinas son el lugar de espera para los 5000 camiones por día que...

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