Los 150 años de la Sociedad Rural

Por una coincidencia feliz, la Sociedad Rural Argentina (SRA) fue fundada el 10 de julio de 1866. Sucedió un día después de que se cumplieran 50 años de la declaración por los congresales reunidos en Tucumán de la Independencia Nacional.

El Bicentenario de esa legitimación formal de la voluntad de actuar como país soberano, con las consecuencias de orden general, y, en lo más inmediato militares, a la que urgía San Martín para abrir las hostilidades destinadas a liberar países hermanos, es conmemorado estos días por los argentinos. Hoy, son 150 años del nacimiento de la SRA, una de las instituciones más antiguas de la nacionalidad y asociada al espíritu de unión cívica y progreso material que fomentaron aquellos congresales. Nos dieron en 1819, asentados por entonces en Buenos Aires, una constitución de vigencia efímera, es cierto, pero que fue en el derecho comparado internacional una de las primeras en incluir el reconocimiento de los derechos fundamentales del hombre: a la vida, al honor, a la libertad, a la propiedad privada y a la seguridad. Son valores supremos por los que cabe seguir luchando.

Es otra coincidencia afortunada que haya sido Eduardo Olivera el verdadero mentor entre la docena de destacados productores agropecuarios que se nuclearon para la gestación de la entidad que celebra el sesquicentenario de su existencia. Olivera había estudiado ingeniería agronómica en Francia, había recorrido Europa y aprendido que el desarrollo de los emprendimientos rurales no podía depender sólo de la fuerza eficaz de la naturaleza. Sabía que era necesario asistir a ésta sobre las bases científicas que dotan a la actividad de medios para el cuidado de los suelos y mejora de la genética ganadera.

La decisión se tomó en 1866, en circunstancias en que el país estaba en guerra y su presidente, Bartolomé Mitre, en el frente militar de la Triple Alianza. Esos hombres que fundaron la Rural, como otros que en iguales encrucijadas abrieron escuelas, universidades y caminos o fábricas, o que no amenguaron sus ansias creativas ni en tiempos de la peor inclemencia política, dieron ejemplo de compromiso y esperanza por un futuro mejor.

Aquellos comienzos de la Rural, bajo la inspiración de una figura consustanciada con las banderas de la Ilustración, que tanto habían gravitado en Mayo y en Julio, se replicarían en los aires con los cuales Paul Hary fundaría, casi un siglo después, los grupos Crea: más productividad agropecuaria, investigación y consultas...

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