A los 11 años, su padre la forzó a juntarse con un hombre que la doblaba en edad: 'Vino a pedirte, te vas mañana'

Zaira (izquierda) junto a su mamá, Daniela, en su casa de Misiones.

Zaira tenía tres años cuando su mamá, Daniela, dejó la casa familiar . Huyó de la violencia que sufría por parte de Ricardo, su pareja, y con la certeza de que su vida corría peligro. La pequeña Zaira se quedó con su padre y su hermanito Kevin (4). Daniela, que por aquel entonces era una adolescente de 19 años , había hecho todo por llevarse a sus hijos con ella y hacía malabares para verlos a escondidas.

Como Ricardo se lo prohibía y ella le tenía pánico, aprovechaba para ir cuando el hombre salía a trabajar y los chicos quedaban a cargo de su abuela. Daniela hizo la denuncia por violencia de género en la comisaría de la mujer de Aristóbulo del Valle, la localidad de Misiones donde vivía, y también el reclamo por la tenencia de los chicos, pero todo quedó en la nada, juntando polvo en el cajón de un juzgado .

Durante una década, ella y sus hijitos siguieron viéndose esporádicamente , aunque su sueño de recuperarlos se mantenía intacto. Una tarde, la mujer recibió una noticia que la derrumbó: "Me dijeron que Zaira, con 11 años, había sido aparejada por su padre con un hombre de 23″, cuenta en diálogo telefónico con LA NACION. En otras palabras, fue entregada a un varón que durante dos años la violentó de muchas maneras: abusó sexualmente de ella, la sacó de la escuela y, en definitiva, le arrebató su infancia en una unión forzada en la que se vulneraron sus derechos más elementales de niña.

Cuando Daniela supo lo que había pasado con su hija, sintió, desolada, que la historia se repetía. Ella misma había sido entregada a los 13 años, también por su padre, a un hombre que la doblaba en edad y a quien solo había visto una vez en su vida: Ricardo, quien se convertiría luego en el padre de Zaira.

La Dirección de Niñez y Adolescencia de Aristóbulo del Valle tomó conocimiento del caso de Zaira cuando ya tenía 13 años. A partir de la intervención de ese organismo, hace dos años que se la revinculó con Daniela, su mamá, y lograron volver a vivir juntas. Las historias de ambas (sus nombres, como los del resto de la familia, fueron cambiados en esta nota para preservar su identidad), permiten asomarse a una realidad que pocas veces se visibiliza en los medios: en la Argentina, el 4,7% de las niñas y adolescentes de entre 14 y 17 años (un total de 132.398) se encuentran "unidas en matrimonio o convivencia infantil".

La cifra se desprende del informe El matrimonio y las uniones convivenciales infantiles en la Argentina , publicado por la Fundación para el Estudio e Investigación de la Mujer (FEIM), con el apoyo del Fondo Fiduciario de Naciones Unidas para Eliminar la Violencia contra la Mujer, en base a datos del censo de 2010.

A nivel provincial, los porcentajes más altos de niñas en esta situación se encuentran en Misiones (7,2%), Chaco (6,9) y Formosa (6,4%). Pero si se pone el foco en los números absolutos, la provincia de Buenos Aires encabeza la lista con unas 49.510 (4,7%) niñas en esa situación.

Desde FEIM subrayan que hay un "subregistro de casos", ya que lamentablemente no hay información sobre la cantidad de niñas menores de 14 años, como en su momento ocurrió con Zaira, que se encuentran en esa situación. El motivo, es que la pregunta "¿convive en pareja o matrimonio?" de la Cédula Ampliada del censo 2010, no fue realizada a menores de 14 años.

"En el último censo, el de este año, ni siquiera se agregó esa pregunta. Pero nosotras creemos que son muchas más las chicas en esa situación, por la cantidad de denuncias, por el número de chicas embarazadas y por los casos de femicidios que vemos de niñas y adolescentes asesinadas por varones con los que conviven" , señala la médica Mabel Bianco, presidenta y fundadora de FEIM. La referente, especializada en salud pública, subraya que "en la Argentina, se cree que esta problemática es muy infrecuente o no existe, pero eso es un mito: ocurre más de lo que pensábamos".

Las chicas que se encuentran unidas o en matrimonio viven en la extrema pobreza, sobre todo en las regiones del NEA y NOA, "donde influyen también pautas culturales y familiares". Las que están en zonas rurales, y particularmente las que pertenecen a comunidades indígenas, son las más vulnerables, según FEIM.

En esa línea, Sonia Almada, psicoanalista y fundadora de Aralma , una asociación civil con una larga trayectoria en el trabajo...

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