Lodeiro: con licencia para manejar a Boca

La película se proyecta todos los días, una y otra vez, en diferentes horarios. Las imágenes son en blanco y negro y en colores, en un recorrido a través de la historia. El Museo de Boca reúne en una sala oscura a 150 personas, por turnos, para enseñarle al público quiénes fueron los grandes ídolos del club en cada período. ¿Cuántos méritos hay que acumular para ser protagonista de ese celuloide-homenaje? ¿Cuántos años se deben jugar en un altísimo nivel para ingresar en ese círculo de privilegio? En ese mismo tour, los hinchas se topan rápido con tres enormes estatuas hechas de resina e incrustaciones de acero: las de Juan Román Riquelme, Martín Palermo y Guillermo Barros Schelotto.

Es evidente que el Mundo Boca no admite a cualquiera, e incluso tiene menos tolerancia para quien debe cargar la responsabilidad de la N° 10. El recuerdo de Román está muy fresco y perdurará por siempre, por supuesto. Pero Nicolás Lodeiro sorprende por estos días con una rápida adaptación y un aplomo futbolístico a tono con lo que su puesto demanda. Como si su talento se hubiese forjado al calor de Casa Amarilla. "Me gustan los desafíos y llevar la 10 de Boca va a ser una linda responsabilidad", mencionó el uruguayo a principios de febrero, cuando se incorporó al club proveniente de Corinthians. Ni bien comenzó a respirar el aire de la Bombonera le dieron para elegir la camiseta 14 -su preferida- o la 10, pero el volante aceptó el reto de este número tan simbólico. Con esa convicción dio sus primeros pasos en Boca y hoy su rendimiento lo convierte en el refuerzo más productivo de los diez. Es claramente el bastonero xeneize y le escapa a la larga sombra de Román con un carácter aplastante.

Ayer, el día después del triunfo por 1-0 ante Atlético Rafaela, Lodeiro vivió una jornada a toda velocidad a bordo de un C-Elysée. En el marco de un evento de Citröen -sponsor del club- el charrúa actuó de copiloto del francés Sébastien Loeb (9 veces campeón mundial de rally) en el autódromo Oscar y Juan Gálvez, y el asfalto ardió con el paso del vehículo a 280 km/h.

Minutos antes de embarcarse en esta experiencia, Lodeiro ya se aturdía con el rugido de los autos; los miraba pasar como un rayo por el circuito porteño y preguntaba tímidamente: "¿No se puede cancelar esto? No me subí y ya estoy transpirando...". Lo irónico, en este contexto automovilístico, es que afirmó: "No me siento el conductor de Boca; hay varios conductores en el equipo". Es una frase que, en realidad...

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