Más que el empate, le duelen las lesiones

La atención de Boca sale de la tabla de posiciones, en la que sigue bastante a cubierto, y se dirige preocupada a la enfermería, que ayer recibió un par de pacientes importantes. Ni Riquelme ni Viatri terminaron el partido; salieron doloridos y con el físico maltrecho. Son nada menos que el conductor y el goleador. El N° 10 ya está acostumbrado a convivir con dolores en las rodillas, tobillos y talones. Más serio y grave fue lo del N° 9, que verá el resto del torneo con la pierna izquierda inmovilizada. Esas bajas, por sí solas, disminuyeron ayer considerablmente el poderío de Boca, que los extrañó aún más porque sus reemplazantes, Gracián y Blandi, desentonaron y no se subieron a la embestida del resto del equipo para romper la dura muralla de Belgrano.El conjunto cordobés, recibido en la Bombonera con simpatía por haber provocado el descenso de River, mostró los colmillos con la misma fiereza que lo había hecho en el Monumental. Belgrano es áspero y recio cuando sale de Córdoba. Lo que no soluciona con sus planteos conservadores y compactos, trata de remediarlo con foules e interrupciones. Prefiere pasar por equipo que juega en el filo del reglamento antes que por blando. Anoche consiguió su objetivo, el empate. Olave demoró desde el primer saque de arco, cuando apenas iban cinco minutos, y terminó estirándose a un lado y otro para desviar los remates de Riquelme, Cvitanich, Chávez y Blandi.Al margen de la escasa profundidad de Boca, Belgrano encontró un aliado en la permisividad de Abal, que toleró varios agarrones y manotazos de los defensores visitantes dentro del área. El árbitro también cometió un grueso error de interpretación cuando en vez de sancionar penal por un pisotón de Lollo a Erviti amonestó al volante local por una inexistente simulación.El Boca de ayer no fue muy diferente al que encadenó varios triunfos por mínimas diferencias. Si no sumó de a tres puntos fue porque desperdició el primer tiempo y en el segundo, cuando aumentó la intentisad, le faltó claridad en los últimos 25 metros. Todo lo demás fue lo ya conocido: cuando no aparece Riquelme ni lo escolta Erviti, el circuito de juego de Boca se empobrece mucho, se reduce a los pelotazos de los zagueros o alguna corrida de Rivero y Cvitanich sin mucho criterio.Lo que también se repite es la solvencia defensiva de Boca. Los rivales no lo inquietan, ni le ven de cerca la cara a Orión. Como tantos otros, Belgrano ni se le animó, sobre todo en el segundo período, cuando recién remató al...

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