Bradley Cooper, mucho más que un simpático carilindo

TORONTO.- Limusinas casi blindadas, fornidos custodios al servicio de rígidos protocolos de seguridad, ejércitos de publicistas, marketing a tiempo completo. Todo lo que uno puede imaginarse alrededor del contacto entre el público y los rostros más famosos del cine puede encontrarse aquí. Pero a diferencia de otros festivales y otros acontecimientos multiplicados por los medios, el Festival de Cine de Toronto (TIFF 2012) es ante todo, como señaló el día de la apertura Joseph Gordon-Levitt, una gran celebración para todos los cinéfilos. De hecho, la mayor repercusión de ayer estuvo alrededor de The Master , de Paul Thomas Anderson, que llegó hasta aquí precedida por la consagración de su director y de sus principales actores (Joaquin Phoenix y Philip Seymour Hoffman) en Venecia, hace pocos días.Seguramente por eso, y porque los títulos que se presentan aquí admiten cualquier premisa, estilo, género y fórmula con la única excepción del llamado cine "pochoclero", las figuras que el público reconoce llegan hasta aquí seguros de que su paso por la alfombra roja será mucho más relajado que en las premieres de Hollywood y que no quedarán expuestos a cuestionarios indiscretos. De hecho, rigen en la muestra de este año reglas mucho más estrictas para el trabajo de los paparazzi.Es por eso que, si dejamos afuera el Oscar y los Globo de Oro, es posible que ningún otro encuentro de cine en América del Norte convoque tantas estrellas al mismo tiempo, en este caso masculinas. Nombres que llegan, por ejemplo, sólo para respaldar arriesgados documentales en su carácter de productores (Johnny Depp, Will Smith), para acompañar estrenos mundiales de producciones caras y ambiciosas, pero en el fondo de espíritu independiente (Ben Affleck, Tom Hanks), o para sacar el mejor provecho de lo que probablemente sientan como un momento ideal en su carrera.Esto...