Boca se tranquiliza, pero no ilusiona

Para un equipo que era presa de un ataque de nervios, un par de triunfos consecutivos es el mejor sedante. Boca recuperó la tranquilidad, la calma, pero su juego y funcionamiento todavía no ilusionan. Desactivadas las alarmas, Boca está lejos de sonar afinado. La victoria sobre este devaluadísimo Huracán caerá pronto en el olvido, salvo para Palermo, habituado a encontrar un hueco en cualquier monotonía para seguir alimentando su leyenda goleadora. Todo lo demás, el partido y el entorno, condujo a la intrascendencia, al sopor.El Día de la Madre le restó hinchas a la Bombonera, que tuvo la menor asistencia en el torneo. Un paisaje bastante menos multitudinario de lo habitual. Muchos de los fieles que se decidieron a ir les costó engancharse con un encuentro francamente aburrido. Desentendidos desde muy temprano de lo (poco) que ocurría en la cancha, del corazón de la hinchada de Boca empezaron a surgir cánticos y dedicatorias al clásico frente a River para el que faltan tres fechas. También se le prestó atención al choque del próximo fin de semana contra Independiente. A falta de emociones fuertes en el presente, los hinchas las proyectan hacia lo que vendrá.Boca se mantiene en estado de construcción. El avance de las obras es lento. Borghi y sus jugadores deben advertirles a los hinchas: "Disculpen las molestias, estamos trabajando para usted". Aunque no sean muy sólidos, los cimientos están instalados: el arquero y la defensa (en nombres y sistema) se mantienen fecha tras fecha. Ayer lograron lo que nunca en las diez jornadas anteriores: conservar la valla invicta, lo cual tampoco es un gran mérito ante la anemia ofensiva de Huracán. La terraza les pertenece a Palermo y a Viatri, cuya convivencia sin egoísmo es posible y no afecta a la eficacia. El problema de Boca pasa porque no define una identidad futbolística, carencia que está muy relacionada con los cambios de intérpretes y la falta de cohesión en el medio. Una lesión lo privó de la velocidad y el desborde que le había empezado a dar por la derecha Gaona Lugo, un alero, como le gusta definir a Borghi esa función, que no encaja bien en Méndez, sin recorrido para ir por la banda. Más allá de eso, Méndez sigue lejos de parecerse al volante con manejo y conducción que era en Rosario Central. Como en otros partidos, pasó mucho tiempo inadvertido. Ausente Battaglia, Erbes cubrió su lugar con mucho menos protagonismo. Lo poco que recuperaba enseguida lo cedía al compañero más cercano. No se complicó, pero...

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