Disparen sobre Palermo: ¿de barrio trendy a sinónimo de masividad?

Cuando los hermanos Muhafara vieron esa esquina en Costa Rica y Carranza entendieron que ahí podían armar algo parecido a lo que tenían en mente: Green Bamboo, un restaurante vietnamita con platos elaborados por las esposas de los diplomáticos de ese país. A Palermo aún lo caracterizaban las casas bajas, los talleres mecánicos y no todos se animaban a salir a pasear por sus calles de noche. Pero ellos no eran los únicos que allá, por septiembre de 1999, habían puesto los ojos en el barrio: ya Christophe ofrecía una propuesta diferente de lo que pasaba en el resto de Buenos Aires, y después abrirían Olsen, Grappa, El Único. "Se generó un lunar en la zona, con lugares que hoy ya son clásicos -cuenta Darío Muhafara-. Si mañana dinamitás Palermo, ellos quedan parados."Una década después, cuando pensaron en un nuevo proyecto -la confitería que se llama Malvón y ya tiene dos locales- los Muhafara tenían una sola certeza: no querían estar en Palermo. El azar, una casa en venta que se veía desde la ventana de lo de su hermano y la visión de que el barrio se estaba transformando los dejó en Villa Crespo. ¿Por qué ya no Palermo? "Esto de vendo algo en Palermo que se parezca a algo que ya existe en Palermo lo fue desvirtuando. No es que estaba muerto, pero de abrir ahí me imaginé remando de nuevo con una propuesta que para funcionar debía convencer a los clientes que no era más de lo mismo", dice Darío, que destaca también que muchos sí siguen haciendo las cosas bien en el barrio.El quiebre se manifiesta al observar el proceso en su conjunto: con 15 años de vigencia, el barrio que estuvo a la vanguardia, que marcó tendencias y creó estilos sufrió un desgaste. Con el desembarco de las grandes marcas para muchos se ganó el rótulo de "shopping a cielo abierto", y ese anhelo de otros barrios por parecérsele y la ambición de los inversores inmobiliarios por correr los límites a Villa Crespo o Chacarita y reetiquetarlos como Queens o Dead comenzó su retroceso: los barrios ya no buscan parecerse a Palermo, sino desarrollar una impronta propia. Más aún, esquivar el calificativo de "palermitano", con esa carga peyorativa que cuestiona estereotipos, repetición de estilos y falta de identidad."Muchas marcas de shopping empezaron a ir a Palermo, los precios subieron y la oferta se volvió más digerible, comercial y menos vanguardista -dice Ximena Díaz Alarcón, de la consultora Trendsity- Pero la promesa de Palermo sigue siendo la creatividad. Los lugares para ir con la mascota...

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