Más zonas liberadas al poder narco

Cuatro jóvenes paraguayos fueron asesinados con una ráfaga de 34 balazos en la villa 1-11-14 del Bajo Flores, frente al estadio de San Lorenzo, en lo que, en medios policiales, se atribuye a un ajuste de cuentas vinculado con el negocio mortal de la droga, de incesante auge en la Argentina a pesar de la resistencia del Gobierno a admitir la extrema gravedad de la situación.

Los jóvenes, tres de ellos hermanos, incluida una mujer, se encontraban en un automóvil cuando fueron atacados por dos hombres que iban en una motocicleta y les dispararon con una ametralladora y una pistola. El vehículo y el arma empleados por los asesinos fueron otros elementos de juicio para que los investigadores privilegiaran la hipótesis del asesinato a manos de sicarios, quienes huyeron por los estrechos pasillos interiores de la villa. Los investigadores sospechaban que pudo tratarse de un ajuste entre la llamada banda de los paraguayos y la banda del Gauchito Gil.

Este lamentable suceso, uno más en el trágico historial del asentamiento, al que se sumó el asesinato de un ex convicto, confirma que las villas de emergencia, como muchas otras zonas de las ciudades argentinas y sus alrededores, paulatinamente se han ido convirtiendo en territorio narco. Las características de las villas, con su aglomeración de pobladores y viviendas, y estrechos pasillos donde no entran los policías ni los funcionarios judiciales, constituyen no sólo aguantaderos ideales, sino también centros de distribución y venta de drogas y escenarios propicios para ajustes de cuentas y fugas rumbo a la impunidad.

No es de sus humildes y en su gran mayoría honestos pobladores la responsabilidad de este preocupante avance del poder narco en los asentamientos, sino de las autoridades nacionales, provinciales y locales que, por un lado, poco han hecho para la urbanización de las villas y, por el otro, menos han hecho para encarar una eficaz batalla contra el narcotráfico.

La urbanización habría terminado con las intrincadas redes de pasadizos que impiden el acceso de las fuerzas policiales y habría dificultado la labor de los delincuentes, al privarlos de un entorno favorable para sustraerse a la ley. Por su parte, una política en serio contra el tráfico de drogas habría impedido que llegara a estos extremos de zonas liberadas en plena Capital. Por eso es que ofende a la razón y al sentido común de la sociedad el jefe de Gabinete, Aníbal Fernández, cuando, a raíz de la matanza de la villa 1-11-14...

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