Ni yanquis ni maoístas

"Creo que yo debería estar". Algunos no tienen problema en abandonar por un momento la dignidad. Otros mandan a sus lobbistas. Pero casi ningún empresario argentino quiere perderse la gala del viernes 30 en el Teatro Colón, que será , el selecto grupo de naciones que representan el 85% del PBI global y que la Argentina integra desde los inicios, el 25 de septiembre de 1999, al cabo de la presidencia de . Países gravitantes en el concierto internacional como España, Colombia o Chile no lo integran, y eso exalta la condición no solo de miembro, sino también de anfitrión: será la reunión multilateral más importante de la historia argentina. "Creo yo que debería estar", proponen los hombres de negocios en gestiones con funcionarios del Gobierno que contestan amablemente que la plaza es reducida y, después, ya con el teléfono apagado, se preguntan el uno al otro con ironía: "¿En calidad de qué?". No entrarán más de 100.El es en realidad un encuentro de Estados. Que tendrá en Buenos Aires una particularidad coyuntural: será sede de un apretón de manos largamente esperado, el de y , presidentes de Estados Unidos y China, dos potencias ya decididas a disputarse la hegemonía del planeta. Para los empresarios será la oportunidad de interactuar con 20 líderes de primer nivel en una sola jornada. Entre ellos, , , y . se ha propuesto ser el nexo de estos contactos, rol que los ex-CEO de su administración -probablemente los últimos que quedan de una experiencia que, por motivos múltiples, hará volver a muchos de ellos para siempre al sector privado- prefieren nominar en inglés: honest broker. Algo así como un mediador de buena fe. Un lugar que parece además una metáfora del destino que, si persiste en el rumbo actual, la Argentina podría tener en los próximos años: deberá hacer equilibrio entre China y Estados Unidos. "Ni yanquis ni maoístas", podrían cantar ahora los partidarios de la tercera posición.Macri viene recibiendo de Trump un respaldo sin precedente en la relación bilateral. Diplomáticos argentinos han advertido incluso cierto mea culpa de parte de un país que, en un momento muy distinto, se mantuvo distante durante la crisis de 2001. Es una revisión tardía, que se sustenta en lo que pasó después en la región. La Cancillería de esos días, encabezada por Adalberto Rodríguez Giavarini, recibió entonces las disculpas de funcionarios como Condoleezza Rice, consejera de Seguridad Nacional, y Colin Powell, secretario de Estado, sobre las urgencias a...

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