Clásicos que son atracción para todo el mundo

MADRID.- El primer Madrid-Barça del póquer no fue un partido más... especialmente, fuera del rectángulo con más historia de España. Apenas una hora antes del inicio del encuentro cuya transmisión televisiva local cobró 3000 euros el segundo de publicidad, las inmediaciones del mítico estadio Santiago Bernabéu poco hacían acordar a clásicos anteriores.Si bien el Paseo de la Castellana y las calles circundantes al escenario del duelo más temido y esperado había sido inundado por miles de hinchas con camisetas y bufandas blancas -calzadas en los cuellos a pesar del calor primaveral del anochecer- en esta ocasión no abundaron los cánticos ni las proclamas anticulé con aire de saeta que tanto adoran entonar los madridistas. En cambio, sí, de tanto en tanto, se escuchaban frecuentemente gritos ininteligibles por parte de algunos alborozados simpatizantes -generalmente, con vasos de cerveza de plástico más propios del estadio de Twickenham que de cualquier cancha española- que, incluso, se abrazaban con otros hinchas locales, visitantes, policías y promotoras siempre en busca de una foto divertida.No obstante, el misterio sobre este llamativo cambio de fisonomía de la hinchada quedaba al desnudo apenas se podía hacer contacto con alguno de ellos: casi nadie en esa inmensa mayoría que aguardaba su ingreso hablaba correctamente español. "Llegamos ayer desde Arabia Saudita y estamos muy felices de poder ver a Messi y a Casillas en vivo, no lo podemos creer", confesó a La Nacion un alborozado Ahmed que, vestido con la camiseta de Cristiano Ronaldo, abrazaba y daba besos en la mejilla a su amigo Bereme, que lucía la casaca azulgrana de Messi. Cerca de ellos, Sophie y Walter, una pareja de sudafricanos, también se mostraban felices de "seguir disfrutando fútbol" de alto nivel luego del Mundial que les tocó vivir en su...