Una vuelta de tuerca que obliga a revisar todo

Se necesita un investigador histórico con pulso de novelista policial para escribir el libro de este viernes electrizante en que sobrevino la veda política y comenzó la autopsia, con ciudadanos sometidos desde temprano al suspenso y a la angustia del voto bajo emoción violenta, la toma de una municipalidad a manos de un grupo armado con piedras y molotov, la brusca confirmación de que el muerto era quien parecía, las acusaciones doloridas y rabiosas de los familiares de la víctima contra el propio presidente de la Nación, el fracasado intento de generar una rebelión popular contra la "dictadura" del gobierno constitucional, y en los estertores de la jornada, la gran vuelta de tuerca: el cuerpo por fin habló y dijo que no tenía signos de ahorcamiento, ni de golpes, tormentos, tiros o puñaladas, y que posiblemente Santiago Maldonado se ahogó hace dos meses y medio en las heladas aguas del Sur.

A partir de este desenlace de rigor científico, habrá que revisar todo de nuevo. Con prudencia y escrupulosidad, pero también con determinación: el montaje político y mediático que se desplegó mientras se llevaba a cabo la campaña electoral, los prejuicios y las mentiras que se profirieron como verdades absolutas, los errores tácticos de una administración poco acostumbrada a lidiar con estos menesteres, el zigzagueante y a veces calamitoso servicio de justicia y la gravísima actuación de una organización indigenista con rasgos insurreccionales que no reconoce la Constitución nacional ni la democracia argentina ni el Estado de Derecho, que es apoyada alegremente por el trotskismo y por una progresía hueca, y que para algunos cristinistas trasnochados representa incluso una luminosa vanguardia revolucionaria, entroncada con los chavismos "emancipadores" de América latina.

Habrá que aguardar con paciencia los resultados finales de los peritajes y el dictamen del nuevo juez de la causa, pero prima facie para la opinión pública el concepto "desaparición forzada" se licuó en una sola noche, la conjetura de que el cadáver fue "plantado" perdió consistencia, el testigo que vio cómo los gendarmes presuntamente lo subieron a una camioneta corre el riesgo de ser acusado de "falso testimonio" y la sospecha de "encubrimiento" pasó como un rayo de las fuerzas de seguridad a la "resistencia mapuche". Que a todas luces puso obstáculos para la instrucción de la causa desde el primer segundo. Y a cuyos miembros ciertas autoridades, organismos de derechos humanos y una...

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