Volver al aire libre: tiene 16 años, fibrosis quística, casi no salió de su casa, y la vacuna contra el Covid-19 le permitió recuperar su vida

Lautaro Rosales logró volver a los entrenamientos del fútbol

Lautaro Rosales , de 16 años, tenía que buscarle la vuelta. En marzo del año pasado la pandemia puso todas sus actividades en pausa. Sin embargo, el hecho de frenar y aislarse lo ponía en una situación aún más incómoda que al resto. Tiene fibrosis quística , una enfermedad genética y sin cura que facilita la acumulación de mucosa en los pulmones y el páncreas. La manera, tal vez la más efectiva, de limitar su avance es practicar deportes para limpiar las vías respiratorias. Y eso lo llevó a dar vueltas y vueltas en el garaje de su casa hasta que el cansancio le diera la sensación de estar haciendo todo lo posible para sostener su salud. Pero ahora la situación es muy diferente, Rosales conversa con LA NACIÓN ya con una dosis de la vacuna Moderna en el organismo y a punto de ir a su entrenamiento de fútbol. Para él, recibir el primer componente significó un cambio radical en su perspectiva para los próximos meses y gracias a eso pudo volver a tener clases presenciales, algo que ya se había convertido en un recuerdo lejano.

Al comienzo de la pandemia de coronavirus la televisión mostraba que los hospitales de países desarrollados estaban colapsados. "¿Qué nos va a pasar a nosotros?", se preguntaba Rosales cuando veía en imágenes que España e Italia no podían hacer frente a la demanda de camas de terapia intensiva que necesitaban para atender a los que se infectaban con un virus respiratorio del que poco se conocía. Y el temor era mayor para él, que está dentro de los grupos de riesgo.

"Tenía mucha incertidumbre. Realmente no sabía qué iba a pasar. Primero te decían que ibas a estar encerrado dos semanas, pero eso se fue alargando y yo, con la fibrosis quística, me tengo que cuidar el doble. Quería salir a correr y no podía. El año pasado creo que en total salí seis veces de mi casa y tres fueron para ir al médico ", recuerda el adolescente, que vive en Las Heras, Mendoza, junto a sus dos hermanos y sus padres.

De a poco, fue reacomodando su vida para poder moverse al ritmo que su cuerpo necesita sin salir de su hogar . "Al principio renegaba y no quería hacer ejercicio. No me daban ganas, porque no me sentía cómodo. Luego hice un circuito. En casa tengo una cama elástica que la usaba para hacer algunos movimientos, hacía abdominales, pero era imposible hacer aeróbico, cuando yo antes entrenaba de cuatro a seis veces por semana. Decidí ir a correr a la cochera. Me pasaba una hora...

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