Vladimir Vasiliev: 'Amaba la idea de volver a Buenos Aires, con su público sincero'

Bastaría con señalar que al año siguiente de su egreso de la Escuela de Ballet de Moscú ya era primer bailarín del Bolshoi y que la excelsa Galina Ulánova -para muchos, la más grande bailarina rusa del siglo XX- eligió a ese joven como partenaire cuando se retiró con Chopiniana, en ese mismo 1959. Esos dos logros (tenía toda una vida para perfeccionarlos) alcanzaban para intuir que Vladimir Vasiliev se encaminaba a ser uno de los artistas más talentosos de la pasada centuria. Y no solo como bailarín: su impulso creativo se ha continuado, desde los años ‘90, como coreógrafo, además de artista plástico de atendibles méritos."Tengo que reconocer que en Nueva York, con indicaciones y sugerencias circunstanciales (siempre hechas con modestia), Vasiliev ha sido uno de mis más valiosos maestros", deslizó una vez , en pleno auge, cuando revistaba en el American Ballet Theatre y el ruso andaba por ahí de paso; por entonces, quien dirigía esa compañía era , nada menos. Modestia y sabiduría han sido, siempre, los estímulos de la devoción con que los artistas jóvenes se acercaban para escuchar sus apreciaciones.En uno de los subsuelos del se destaca una inconfundible cabeza de espeso cabello rubio ceniciento: Vasiliev se alza de su silla y -con un leve achaque en las piernas- avanza raudamente al centro a corregir algo en una de las parejas que ensayan escenas de Don Quijote; los rodean las miradas del resto del Ballet Estable y de su directora, . Al final, saldrá de la sala con una toalla en el cuello, desplegando su proverbial carácter vigoroso, a dialogar con LA NACION.Convendría que los memoriosos (y los olvidadizos también) se retrotrajeran a las apariciones sobre los escenarios porteños de la pareja Vasiliev-Maximova, en los ‘70 y ‘80. Un rasgo que por entonces sorprendió al público argentino era que el talento del bailarín trasuntaba una mezcla única de refinamiento ruso y energía avasallante propia del carácter soviético. Otro aspecto que impresionó al púbico fue que ese joven moscovita no se comportaba como un simple partenaire: Vasiliev le asignaba un plus artístico al carácter que asumía.Una de las primeras interpretaciones suyas que se conocieron en Buenos Aires fue, precisamente, el personaje de Basilio de Don Quijote, ese inefable invento de Gorsky-Petipa con la estridente partitura de Minkus, que pasó por muchas concepciones coreográficas. Versiones, por lo general, que se esforzaban por mantener el pintoresquismo de la pieza, aunque...

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