A la vista: River y Boca a un paso de una nueva función del superclásico

Son diferentes y se esmeran en enseñarse distintos, pero en el fondo se necesitan. La ausencia de uno le impide al otro medir su verdadera fuerza, y cualquier logro pareciera quedar debilitado si no se cruzaron en el camino. El 5 de octubre pasado estuvieron frente a frente y quedaron a mano en el resultado (1-1), aunque los dos expusieron las diversas razones y apelaron a alguna queja, que le impidieron festejar. Desde ese momento, además de preocuparse por su propia marcha, miraron de reojo el camino del rival de siempre. Había un motivo: la Copa Sudamericana puede provocar un nuevo desafío, aunque para quedar otra vez emparejados, River y Boca primero tienen que terminar el trabajo que empezaron frente a Estudiantes y Cerro Porteño, respectivamente, en la llave por los cuartos de final. Recién entonces el superclásico tendrá, por segunda vez en su rica historia, un viaje desde la Bombonera al Monumental, con un pase a la final como premio.

El contraste es histórico, y el presente se refleja en los números, en el estilo de juego, en rendimientos, en individualidades? Todo se reduce, prácticamente desaparece, cuando quedan a la par. Una serie de 180 minutos los emparejaría, y el paso arrollador del modelo riverplatense que diseñó Gallardo, con un récord de 29 partidos invictos -ocho corresponden al final del ciclo de Ramón Díaz- posiblemente no mostraría superioridad frente a la estructura en construcción que propone Arruabarrena, que hilvanó cuatro victorias seguidas, pero que arrastra como contrapeso las flojísimas cifras que heredó de Carlos Bianchi, que acumuló tres caídas en cuatro presentaciones.

Todos observan a River, y muchos lo admiran por su solidez, la propuesta generosa y ambiciosa. Pero también en Núñez mostraron temple para revertir situaciones adversas y, cuando la planificación no resultó, aquellos que son sus perseguidores carecieron de la reacción que se necesita para presionar a quien está arriba. Los millonarios tienen el convencimiento de que el torneo y la Copa Sudamericana no es un sueño imposible de concretar. Por eso, van por todo. "Vale la pena afrontar las dos competencias hasta el final", refirmó Gallardo ayer, que se acomodó a las bajas que provocó el mercado de pases y no titubeó en confiar en los uruguayos Mora y Sánchez, que retornaban de sus préstamos, y darle la responsabilidad de conducir a Pisculichi, un abanderado del juego colectivo y elaborado, que también aplica su facilidad en la ejecución de las...

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