La virtual parálisis parlamentaria

Faltan poco más de dos meses para que concluyan las sesiones ordinarias de este año en el Congreso Nacional. De seguir la tendencia registrada hasta el momento -y todo indica que será igual o más acentuada-, este período parlamentario será el que menos sesiones registre desde el regreso a la democracia, en 1983. Un récord lamentable.Será también el año con menor cantidad de leyes sancionadas.La disminución de la actividad legislativa no es nueva. Viene marcando tristes récords desde hace ya muchos años, especialmente durante los electorales, con algunas escasas excepciones que confirman la regla general.En lo que va del año, apenas si se superaron las diez sesiones entre ambas cámaras. Es un poco más de la mitad del total de sesiones parlamentarias contabilizadas en 2011, el año con menos debates desde el inicio del gobierno alfonsinista.Hay varias explicaciones para este fenómeno que no habla bien de quienes ganaron en elecciones un escaño en el Congreso en representación de los ciudadanos y de los 24 distritos que conforman el país. Una de ellas la provee un interesante informe realizado por el Centro de Implementación de Políticas Públicas para la Equidad y el Crecimiento (Cippec), denominado "Modernizar el Congreso. Propuestas para el reglamento de la Cámara de Diputados", a cargo de Alejandro Bonvecchi, Nicolás Cherny y Lautaro Cella. Son las siguientes:1 La polarización política. El consenso entre los bloques parlamentarios se ha hecho cada vez más difícil. Sucede que, como consecuencia de ese enfrentamiento entre dos grupos principalmente, al que adscriben en cada caso otras representaciones menores, impone los temas el que cuente con el número de legisladores necesarios para sesionar. El kirchnerismo y el macrismo, en cada uno de los extremos de esa polarización, no han avanzado en muchas leyes de consenso. Solo se notó esa voluntad de llegar a acuerdos durante el principio de la gestión de Cambiemos y en la última ley sancionada por unanimidad: la de emergencia alimentaria. Pero en este último caso hay que señalar que ha sido producto de la presión social más que de las propuestas de los legisladores o de su propia voluntad. Ya ha pasado lo mismo, por ejemplo, con leyes para hacer frente a la inseguridad o en favor de la donación de órganos, por citar apenas dos ejemplos. El reclamo ciudadano porque el Congreso tome carta en determinados asuntos actúa como disparador para que las bancas se completen más allá del deber de ocuparlas...

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