De la violencia a la concordia

A los riesgos inherentes de salir a la calle en una megaurbe como Buenos Aires, los ciudadanos hemos de sumarle otros, fruto de los caldeados ánimos que se adueñan peligrosamente de algunas personas.Salir implica asomarnos a lo que, para muchos, transcurrirá como un día de furia. Leímos en estos días que un taxista casi mata a golpes a otro conductor, en uno de tantos episodios que, por su gravedad, asume mayor trascendencia. Pero todos somos testigos cotidianos de una violencia creciente que parece no tener límites. En las calles, en el transporte, en un banco o una oficina pública, cualquier pequeño contratiempo parece encender rápida y peligrosamente la mecha de la ira.El cuerpo acompaña: se alza la voz, se aprietan los puños, se tensa el cuerpo. El instinto más primitivo cobra forma y se adueña de quien termina discutiendo acaloradamente con un vecino, peleando por un espacio para estacionar o maldiciendo a alguien.La incertidumbre respecto del futuro angustia; la inseguridad que cada día parece cobrarse más víctimas paraliza; la Justicia no siempre castiga al que lo merece; por mencionar solo algunos de los pensamientos compartidos mayoritariamente por una sociedad que asiste cada vez más incrédula a los dislates de la política que parece circular por otros carriles. Los sondeos hablan de índices de rechazo altísimos para candidatos que aún ni siquiera lo son. Nada parece estar claro y muchos no pueden conservar la calma y el equilibrio ante tanta zozobra. Incluso no pocos jóvenes parecen también haber perdido el norte, carentes de proyectos estimulantes.Crispación. Estrés. Irritación. Desbordados por una realidad con liderazgos desdibujados en la que no se perfilan aún respuestas. ¿Cómo entender que ese mismo ciudadano golpeado acepte que las caras del pasado retornen a la escena desentendiéndose de sus propias responsabilidades pretéritas?Un piquete o una concentración se han vuelto ámbitos tan explosivos como destructivos. Lo colectivo potencia la desazón individual y la desata, amparada muchas veces en el anonimato y reforzando...

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