Ni violencia, ni censura: la Argentina es libertad y es república

En medio de una enorme crisis económica y social, con serios problemas individuales y colectivos, la sociedad argentina atraviesa una de las peores realidades de hartazgo y profunda tristeza.

Sin necesidad de tomar partido por ideología alguna, la realidad cotidiana nos sumerge en dificultades concretas de supervivencia y desconcierto.

No se puede ignorar el humor social, mucho menos discriminarlo. La inflación, el desorden, la falta de trabajo y oportunidades, la inseguridad y la dificultad cierta de afrontar los inaccesibles costos de vida son hechos, no opinión.

Sin duda hay descontento. Sería una utopía absurda celebrar las injusticias y el abuso de poder. ¿O podemos festejar las fiestas a las que no estuvimos invitados por estar encerrados? ¿O recibir con alegría un intruso que viene a usurpar tu casa mientras nadie protege tu derecho? ¿Y cómo no indignarte cuando una vacuna que no te dieron podría salvar la vida, mientras alguien se ¨saltaba en la cola¨? Los privilegios del poder lastiman, enojan y se manifiestan. Por eso, ese hartazgo y humor social se hace evidente en la expresión de muchos y en forma diversa. Miles de ¨personas de bien¨ autoconvocadas han marchado con la bandera celeste y blanca al hombro demasiadas veces, mientras los trataban de asesinos e imbéciles. Estas y otras fueron , son y serán expresiones en libertad , y compartirlas es nuestro derecho innegociable. ¿O acaso, al asumir el cargo la fórmula de juramento de los funcionarios no convoca a que Dios y la Patria lo demanden? La Patria somos todos, quienes estamos a favor o en contra de una decisión política, aquellos que denuncian y quienes transmiten la realidad, y otros que la investigan.

Pero nuestra democracia permitió que nos provoquen una profunda grieta, diferencias de valores irreconciliables. El delito es delito sin importar quien lo diga o quien lo cometa. El relativismo no cambia la realidad de los hechos. Y con el absoluto derecho a disentir ponemos de relieve las fallas, los errores, los privilegios del poder y la nefasta corrupción como la causa de todos los males humanos, sociales y económicos. Diversas opiniones y alternancia en la visión de país que desde el ámbito político podemos y debemos comprometernos a ofrecer.

Pero el límite de la opinión es la...

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