Vidal, Cristina Kirchner y el nuevo origen del problema argentino

María Eugenia Vidal y Cristina Kirchner

Ni la palabra ni el concepto tiene buena prensa en la Argentina, aunque parezca lo contrario, sobre todo en época de elecciones. "Consenso" es un ideal despreciado por la realpolitik de la polarización: hay algo en la apelación explícita al consenso que suena ingenuo en un mapa político dominado por la imputación de enemigos . La base de votantes incondicionales castiga al político que se atreve a enunciar la posibilidad de trazar un puente con el punto de vista del otro político. Si vas a chatear con Máximo Kirchner , la cuestión es para qué: le reprochó parte de su base electoral a María Eugenia Vidal , a su consenso y su silencio. A Alberto Fernández , el kirchnerismo duro lo acorrala con el reproche de blando.

Pero todavía más: buena parte de la política no cree en la invocación a viva voz al dios biempensante del consenso como herramienta de construcción política . Una joven diputada cocinada al caldo del peronismo bonaerense, pero que afianza su influencia en la lógica parlamentaria nacional de Juntos por el Cambio, o Juntos, lo explicaba, entre dientes, en una reunión privada: " Nunca se cuenta lo que se negocia. Si lo contás y se hace público, no sale. El otro se retira. Se cuenta lo que no importa ". O como le gusta decir a algún radical con calle: "La política no se cuenta". La política está convencida de que el consenso político es más efectivo cuanto más lejos sucede de la intemperie de la opinión pública. Y si se escenifica a vista de todos, es porque antes se alcanzó en la privacidad de la rosca política. Lo que se ve en el Congreso antes sucedió fuera de cámara. En la política, consenso se pronuncia rosca.

Solo cuando llega la hora de la corrección política y el discurso electoral, el consenso es proclamado como central, pero no siempre con éxito. Esa falta de éxito en la proclama puede tener que ver con otro principio que dice que cuanto más inexperto es el candidato, mayor insistencia pública en las bondades del consenso . Es el desconocimiento de la política, la que se hace entre bambalinas y muchas veces, aunque no siempre, produce efectos reales, el que lleva a postular con altavoz el ideal de acuerdos entre almas bellas, cargadas de trascendencia futura y generosidad sacrificial. El precandidato Facundo Manes ejemplifica mejor ese tono: el desafío que enfrenta es cómo llegar a la concreción de sus visiones a partir de un ejercicio de la política que está más cerca del prosaísmo...

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