Vidal, el arte de sumar poder y vencer el miedo

Una sombra persigue desde hace dos años a la mujer más poderosa y popular de la política argentina. Como desde sus primeros días de gobernadora de Buenos Aires, María Eugenia Vidal y su familia siguen siendo amenazadas. No hay antecedentes de una situación similar. "Al principio le hacía un seguimiento personal a cada caso, pero ahora le deriva el tema a Cristian [Ritondo, ministro de Seguridad] y se ajusta al protocolo para estos hechos", explican cerca de ella. Es una forma de ahuyentar el miedo.

Cada tanto aparece alguien que le sugiere regresar a su barrio, pero Vidal sigue eligiendo quedarse en la casa que le acondicionaron en la base militar de Morón. Entre lo ideal y lo posible, elige lo que más la tranquiliza.

Vidal convive con las amenazas y las combate en voz alta. Su equipo la escuchó repetir muchas veces el principal signo del cambio de gobierno que cerró tres décadas de administraciones peronistas. "Después de dos años, ellos ya saben que yo no transo, que no arreglo, que no negocio. Y que la pelea por eliminar la corrupción de la policía no es un momento, sino una política que llegó para quedarse". Ese conflicto no ha terminado y ocupa una buena parte de su tiempo.

"Ellos", está claro, son para la gobernadora los policías que integran las múltiples ramificaciones que las mafias tenían y que se mantienen en la provincia de Buenos Aires. Imposible imaginar su desarrollo sin un sistema policial destruido, asociado a las estructuras políticas del conurbano y resguardado por la connivencia judicial.

Vidal está convencida de que esa trama se movió en contra de Cambiemos durante la larga campaña electoral que acaba de terminar con un triunfo que la consolidó como la principal figura política después de Mauricio Macri. "Un mes liberan una zona a los motochorros, al siguiente crece el número de autos robados y así se va moviendo el delito, partido a partido", la citan quienes hablan con ella a diario. Un ejemplo: en Quilmes, donde gobierna Cambiemos, se disparó el número de secuestros en las semanas anteriores a las elecciones del 22 de octubre.

En la gobernación bonaerense, sin embargo, registran que el límite preciso que frenó esas maniobras no fueron las elecciones sino el desenlace del caso Maldonado, entre el martes 17, cuando el cuerpo fue encontrado, y el viernes 20, día en el que se supo que había muerto ahogado. Ahí también terminaron las amenazas a las escuelas. "¿Ya no hay alumnos bromistas?", preguntan a metros del despacho...

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