30 años de vida democrática

AutorRodolfo Capón Filas

En la noche del 30 de octubre de 1983, el Presidente Alfonsín, ganador neto de las primeras elecciones después de la Segunda Década Infame, le ofreció a Italo Luder, integrar la Corte Suprema de Justicia, precisamente para, desde ese Poder del Estado, controlar la vida democrática. El ganador le ofreció al vencido el poder de controlarlo: ese gesto de grandeza tal vez haya pasado desapercibido para muchos pero no para quienes, como quien esto escribe, sufrimos la dictadura no en la cárcel o en el exilio sino en el ninguneo de cada día.

Mucho se podrá escribir sobre la dialéctica entre “don Raúl” y “Saúl querido” y las intervenciones de Monseñor Bufano, quien los sentaba en la cocina del obispado de San Justo para compartir las milanesas que él mismo cocinaba.

Mucho se podrá decir sobre el Nunca Más que el Presidente Alfonsín encargara a personas de prestigio o sobre los juicios contra las cúpulas militares, juicios en manos de los jueces naturales y no a cargo de comisiones especiales...

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