La vida y los susurros de los otros

Conocí a Alexandro por correo electrónico, cuando me lo recomendaron como intérprete. Su castellano por escrito era claro y brusco; en persona, su dominio de la lengua era más delicado, había matices. Cada mañana, cuando me venía a buscar en Kiev, pensaba lo mismo: aunque tenía algunos años más que yo, parecía mucho mayor y no eran ni la barba espesa ni su cabello con algunas canas lo que lo avejentaba. Era su gesto adusto. Su solemnidad, eso era. Alejandro fue mi voz en Ucrania durante los días en que estuve cubriendo la Revolución Naranja como periodista en diciembre de 2004. Al dominar la lengua que yo ignoraba, él tenía el dominio de la situación. Traducía mis palabras y las de los otros, que a veces eran políticos o expertos, pero la mayoría de las veces eran gente común, personas a las que veía en la calle durante las protestas. Tengo presente una escena, que se repitió en varias ocasiones. "Vayamos con el del gorro de astrakán", decía yo. "No, con ése no; no me inspira confianza", decía él y encaraba para otro lado. "Vayamos igual", insistía yo hasta convencerlo. Una vez que hacíamos la pregunta y el hombre respondía, luego de traducirme, rumiaba: "Igual, no le creo. Nos mintió". Aleksandr no era el único desconfiado en la Ucrania postsoviética. Una tarde, una mujer a la que estábamos entrevistando, en lugar de responderle a él me contestó a mí y en francés. "No le tengo confianza", me explicó entre susurros.

Terminé de leer Purga, la premiada novela de la finlandesa Sofi Oksanen durante las primeras horas del nuevo año. Hacía rato que me la tenía prometida. La novela cuenta la historia de Estonia durante el siglo XX: una nación tironeada por nazis y comunistas, como otras del Este de Europa. En este marco se lee la saga de una familia de mujeres fuertes y sobrevivientes, desgarradas por traiciones, secretos y ultrajes de todo tipo. Las protagonistas son Aliide, una anciana campesina estonia, y Zara, una joven rusa de Vladivostock, hija de una estonia enviada a Siberia por colaboracionista. La novela va y viene en el tiempo entre 1936, con la primera llegada de los soviéticos a la república báltica y 1992, con la independencia de Estonia. Zara se presenta en la casa de Aliide huyendo de una banda que la tiene como esclava víctima de tráfico sexual, uno de los negocios más rentables surgidos con la caída de la URSS y la aparición de las mafias que actuaron como parteras del capitalismo en la región. La palabra purga del título tiene...

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