La vida secreta de un mundo imaginario

Todo es una gran mentira. El truco de un prestidigitador genial que nos devuelve a la inocencia de la infancia. Envueltos en la penumbra, en la plaza de juegos, trapecistas, bailarines, lanzallamas, arlequines, magos y otros seres extraordinarios animan un universo de fantasías en el que nos dejamos sorprender a cada paso, un poco como les ocurre a Alicia y a las criaturas que se rinden ante las maravillas de Narnia. Hay que observarlo todo con la mirada límpida de la niñez, claro, para que el hechizo consiga transportarnos a ese mundo de ensueños y nos devuelva a ese estado de candidez entrañable con que escuchábamos el cuento con que nos dormían durante la infancia.

¿Quién no se ha entregado mansamente a ese juego de ilusiones cuando los miembros del Cirque du Soleil ponen en marcha ese fabuloso mecanismo de orfebrería que aúna los prodigios del circo con las artes callejeras?

Un asombro parecido suscita mirar de cerca los hilos de ese montaje escénico, descubrir el secreto de ese pase de magia y asistir a plena luz del día al diseño de cada pieza de un espectáculo en esta deslumbrante fábrica de sueños en las afueras de Montreal. Dentro de algunos meses un centenar de artistas se pondrá al servicio de un show que estará inspirado en la obra de Soda Stereo, pero ahora toda la energía creativa de la compañía está dirigida al inminente Toruk, cuya imaginería nació en Avatar, la película de James Cameron. Estamos, pues, en tierra de los na'vi, la fantástica tribu de humanoides de piel azulada y ojos amarillos que habitan -al menos hasta que se interponen los hombres- la bellísima Pandora, una luna del planeta Polifemo.

Estamos en medio de un sueño, claro, sólo que lo que tenemos delante de los ojos son los mecanismos de esa fantasía: telas blancas que serán teñidas primero y después sometidas a un proceso de impresión por calor que le dará distintos matices que alimentarán la ilusión del espectador; máscaras que anticipan sofisticados maquillajes; botas altas en cuyo interior hay una comodísima zapatilla; laboratorios de investigación adonde diariamente se experimenta con materiales más livianos que aligeren la tarea de los acróbatas y con otros que ofrezcan mejor respuesta en contacto con el agua. Todo es falso, como esta pesada malla de aspecto medieval que al simple tacto se devela como una tela livianísima, pero en el circo todo parecerá genuino a los ojos del maravillado espectador, producto de los efectos de la luz y el movimiento. Y...

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