Un vicepresidente que nos avergüenza

Pocas palabras resultan más precisas que "vergüenza" a la hora de definir lo que está sucediendo en nuestro país con la del vicepresidente de la Nación y con el cerrado apoyo que Amado Boudou recibe de la jefa del Estado y de legisladores y dirigentes kirchneristas, a pesar de haber sido procesado ya en dos oportunidades en los últimos 42 días.En un contundente fallo del 27 de junio pasado, el juez federal Ariel Lijo procesó a Boudou por corrupción en el caso de la ex imprenta Ciccone. Según ese magistrado, es responsable de haber adquirido en forma irregular la citada imprenta, por entonces quebrada, con el fin de obtener contratos del Estado para la impresión de papel moneda, de documentación y de boletas electorales del Frente para la Victoria para los comicios de 2011, precisamente cuando Boudou acompañó a Cristina Kirchner en la fórmula presidencial.Ayer, otro juez federal, Claudio Bonadio, volvió a procesarlo: esta vez por en la compra de un automóvil. Según Bonadio, hay suficientes pruebas de que Boudou inscribió el vehículo a su nombre con un formulario y un domicilio falsos, con un motor que no era el original de fábrica, sin haber realizado la obligatoria verificación policial y con una fecha adulterada, con el fin de evitar tener que pagar la mitad del valor del vehículo a su ex esposa.Como descargo, el vicepresidente había acusado de esas irregularidades a los gestores, una estrategia burda y desesperada. Según Bonadio, resulta inexplicable o poco creíble que los gestores, por un pago de dinero y sin la anuencia del imputado, se arriesguen a fraguar documentos públicos a escondidas de los beneficiarios, pudiendo caberles una pena de prisión por esa conducta. Y da el juez un paso más allá al asimilar la situación de Boudou por el auto con la causa Ciccone: "Refiere ser víctima del accionar inescrupuloso de terceras personas que, quién sabe por qué razón, terminan por perjudicarlo. Llama la atención que en ambos casos –dice Bonadio– haya rasgos afines, de tal manera que Boudou resulta siempre damnificado por conductas de intermediarios en sus negocios, ajenos a su razón".Vergüenza –además de enorme preocupación por el desprecio hacia las instituciones y hacia la República de parte de nuestros máximos representantes políticos– es la que se siente cuando se observan las renovadas vías que encuentra el oficialismo para acorralar, presionar e intentar desplazar a quienes osan investigar a uno de sus miembros, y también frente a la sorna, la...

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