El verdadero iceberg que acecha a Macri

" hizo veinte años de psicoanálisis; trabajó mucho sobre sí mismo", se jactó ante El País de Madrid el filósofo presidencial, mientras su jefe cobraba para el campeonato en la Argentina, precisamente por arreglarle una deuda millonaria a su propio padre. La vida está llena de ironías, y Hermann Hesse solía deslizar una bastante cruel: "La familia es un defecto del que no nos reponemos fácilmente". Ni veinte años de diván te salvan de los chantajes emocionales y amorosos que a veces circulan de manera sorda e invisible en el interior profundo de las mejores familias. El padre, los hermanos y algunos otros parientes de esa constelación se opusieron siempre a la vocación suicida de Mauricio: hacer política; algo que dañó de hecho la expansión empresarial de ese grupo. Pero la Presidencia de la Nación resultó realmente el colmo de los colmos: ¿para qué exponerse a esa "maldición" cuando está el confort corporativo e incluso hasta la tentadora posibilidad del dolce far niente? ¿Por qué ser tan egoísta y seguir esa pasión que a todos nos complica y que nos pone bajo el escrutinio público? A riesgo de hacer una lectura demasiado freudiana, la respuesta de Mauricio Macri parece ser peligrosamente reparatoria: ¿qué culpa tenés vos de que yo me haya dedicado a esto?, le dijo a su primo Angelo Calcaterra cuando éste le insinuó que quería vender su constructora. La "oveja negra" no quiere que el resto de la manada se rezague y pague los costos de su decisión personal, y a esto se suma un concepto más gerencial que político: mientras no se viole la ley de ética pública y las adjudicaciones sean limpias nadie tiene por qué quedarse afuera. Con ese controversial criterio, su mejor amigo Nicolás Caputo escala posiciones con intrepidez y vive su esplendor por contagio: a veces hay que ser y parecer, y elegir entre los negocios y la historia.

Todo este asunto constituye un dilema de envergadura, puesto que alguien podrá sumar peras con manzanas y anunciar, sin miedo a refutaciones, la cantidad de millones que los amigos y parientes de Macri consiguieron durante su mandato. Estarán atacando de ese modo uno de los insumos básicos de Cambiemos (la honestidad) y confirmando un prejuicio ideológico: estos CEOs no se despojaron de sus compañías para hacer una patriada, sino para usar el Estado y acrecentar el patrimonio. Es que existen dos formas de ver a estos líderes del sector privado que aceptaron el desafío de abandonar sus cómodos lugares para bajar al barro...

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