Violencia en Venezuela. Conferencia Episcopal de Venezuela

Carta pastoral sobre la problemática de la violencia y la inseguridad. Conferencia Episcopal de Venezuela

CARACAS, sábado, 23 de enero de 2010 (ZENIT.org).- Publicamos la Carta pastoral sobre la problemática de la violencia y la inseguridad que han escrito los arzobispos y obispos de Venezuela.

"Bienaventurados los que trabajan por la paz, porque serán llamados Hijos de Dios" (Mt. 5,9)

Introducción
  1. Los Arzobispos y Obispos de Venezuela saludamos al pueblo venezolano al inicio de este nuevo año 2010, manifestando nuestra esperanza por el esfuerzo creciente y el aporte que cada persona realiza con su trabajo cotidiano, para la edificación de una sociedad más humana y plena de valores que hagan nutrir la vida y la convivencia ciudadana.

  2. En el marco de la Jornada Mundial por la Paz que la Iglesia Católica celebra el primero de enero de cada año, hacemos llegar a todo hombre y mujer que habita en nuestra Patria, una reflexión sentida sobre la preocupante situación del aumento de la inseguridad y la violencia en el país, que merma las posibilidades de desarrollo integral y de relaciones humanas satisfactorias. Ante esto, no podemos callar ni tampoco ser indiferentes; antes bien, debemos proclamar una palabra profética que promueva una acción consciente, decidida y permanente, para crear una cultura de paz y de solidaridad.

La violencia nos abruma
  1. Con gran dolor vemos cómo Venezuela se convierte a pasos agigantados en una sociedad violenta. Comprobamos que la violencia se presenta incluso en el mismo seno del hogar: la sufren la mujer, los niños y niñas, y se manifiesta en forma física, psicológica o sexual.

  2. Cada día se incrementa dramáticamente el índice de homicidios, que coloca a Venezuela entre los países del mundo con mayor número de muertes por asesinato. Hoy se asesina hasta por cuestiones banales: para robar cualquier objeto; se asesina por venganza o por encargo, a través del oscuro mundo del sicariato; se asesina bajo los efectos del alcohol o las drogas; igualmente ha habido asesinatos por cuestiones políticas. Estos asesinatos son realizados casi siempre con armas de fuego que circulan sin control alguno.

  3. Esta violencia criminal se nos está haciendo cada vez más cercana. Los robos a edificios completos, el secuestro en sus más variadas formas, se están convirtiendo en prácticas delictivas frecuentes. En la calle abunda el tráfico y la tenencia ilegal de armas de fuego. Los recintos que en otros tiempos se consideraban "sagrados" en la comunidad, tales como la escuela, el hospital, el templo, son ahora espacios propicios para cometer cualquier tipo de delito.

  4. La frontera venezolana, especialmente la de los Estados Táchira, Zulia y Apure, se ha convertido en centro para la violencia y para operaciones de grupos insurrectos que han minado de pánico y zozobra a personas y poblaciones enteras. Los secuestros y el sicariato son dos formas muy frecuentes en estas regiones.

  5. Las cárceles en el país son espacios para la violencia y las injusticias. Centenares de muertes ocurren cada año sin que se remedie esta situación. Todo tipo de violación de Derechos Humanos se manifiesta en ellas, aunado a esto está el retardo en las decisiones judiciales que agrava la situación de hacinamiento y de violencia.

  6. Ha aparecido una nueva forma de violencia originada por la intolerancia política entre quienes se manifiestan afectos a una determinada orientación ideológica, y aquellos que piensan y opinan de manera diversa, cerrando toda posibilidad de diálogo y entendimiento. Esta intolerancia está alimentada, entre otros, por algunos programas de opinión en los medios de comunicación social, que sin ningún tipo de pudor o ética, denigran de personas e instituciones.

  7. Se añade a todo esto el clima de zozobra e intranquilidad ante una posible confrontación bélica entre Venezuela y Colombia, anunciada por los más altos responsables del gobierno nacional. Recordemos al respecto que Venezuela siempre ha tenido buenas relaciones con los países vecinos, particularmente con Colombia, y que en cualquier caso existen medios diplomáticos para resolver toda tentación de conflicto.

  8. Como creyentes debemos decir un rotundo no a la violencia. Los venezolanos no podemos acostumbrarnos a ella, puesto que es generadora de tristeza y desgracia para la familia y la sociedad. Se sabe dónde comienza, pero nunca se sabe dónde ni cuándo termina. Ella no tiene distinción de ninguna especie; toda la población puede ser víctima en distintas circunstancias.

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