Las venas abiertas en la frontera caliente del narcotráfico

El viernes 24 de marzo, cuando caía la tarde, unas 300 personas salieron a protestar por las calles de Itatí, a orillas del Paraná. Reclamaban "verdad y justicia". Diez días antes, un megaoperativo de la Gendarmería Nacional había desbaratado una poderosa banda de narcotraficantes con la detención de más de 20 personas, entre ellas el intendente Natividad "Roger" Terán, su vice y jefes policiales y de fuerzas federales. Un desprevenido podía pensar que la gente gritaba su indignación ante una trama de corrupción que había convertido "la ciudad de la Virgen" en la capital narco del norte del país. Error. Lo que la marcha pedía era la liberación del intendente.

Por momentos da la sensación de que nada es lo que parece en esta frontera caliente con Paraguay, de unos 300 kilómetros en Corrientes. Paraguay es el vecino, el hermano, el socio del Mercosur, pero también es campos y campos de cultivo de cannabis que luego entra al país por esta provincia y por Misiones, Formosa y Chaco. Se estima que el año pasado, sólo por Itatí, ingresaron más de 20 toneladas de marihuana para proveer a siete provincias argentinas.

En su paleta de aguas marrones y rojizas y su entorno verde salvaje, el Paraná es un espectáculo a los ojos y un paraíso de la pesca, pero también es la autopista de la droga: además de marihuana, barcazas repletas de cocaína surcan sus aguas en busca de los puertos de Santa Fe, Rosario y sus alrededores.

En el medio del río, decenas de islas e islotes son un remanso silvestre, la silueta irregular que completa el paisaje, y al mismo tiempo son depósito del tráfico ilegal. Lanchas que llegan de Paraguay dejan allí la carga, que recogerán después, en general cubiertas por las sombras de la noche, lanchas que van desde las costas correntinas. En ambos casos el viaje no lleva más de 10 o 15 minutos.

Una recorrida por esta frontera perforada y ardiente, y conversaciones con funcionarios del gobierno nacional y el correntino, jefes de fuerzas federales, jueces, legisladores y expertos en seguridad llevan a una conclusión compartida: el problema no es sólo Corrientes, no es Misiones, Chaco, Formosa, Salta o Jujuy. Por acción u omisión, en los últimos diez años el país parece haber abierto sus puertas al narcotráfico, que, como las venas de un organismo, se ha expandido y ramificado.

Como en un juego de imágenes que distorsionan, acá la primera impresión puede no ser la definitiva. Los policías, gendarmes y prefectos no necesariamente trabajan sólo para el uniforme que llevan puesto. Muchos reparten su tiempo con el narcotráfico. En la redada de Itatí fueron detenidos el comisario del pueblo y dos de sus subalternos, todos de la policía provincial; un subcomisario y un sargento de la Policía Federal, y un segundo comandante de la Gendarmería.

"No estoy en condiciones de asegurar que no hay hijos o sobrinos de los narcos que se están metiendo en nuestras filas", admite un jefe policial de Corrientes.

¿Los pescadores son pescadores o matones a sueldo de los capos? ¿Los chicos que corretean por las márgenes del río son inocentes gurrumines o son "chajás" (los llaman así en alusión a las aves de sonoro graznido) que alertan cuando hay policía a la vista?

Tampoco la protesta callejera que pedía la liberación de Terán, el intendente del Frente para la Victoria detenido en la cárcel de Marcos Paz, debe ser leída como un respaldo del pueblo. "El día del operativo se llevaron a 25, 26 personas. Si a la marcha fueron sus familiares, empleados de la municipalidad y los que recibieron planes sociales, ya tenés por lo menos 400 personas. Eso no es Itatí", dice E.G., una señora que vive a tres cuadras de la basílica.

"No se llevaron a todos"

Otro dato de que no todo es lo que parece: si bien la redada de Gendarmería desarticuló la banda, en Itatí no pocos -incluidas fuentes con acceso a la causa que está en manos del juez federal Sergio Torres, en Buenos Aires- sostienen que algunos de sus miembros siguen libres y caminan por las calles. "Se llevaron a muchos, pero no a todos", dice a LA NACION el padre Pánfilo Ortega, vicario de la catedral, que años atrás ganó notoriedad al ser el primero en advertir públicamente que el triunfo electoral de Terán era "el triunfo de los narcos". Ortega se queja de que las autoridades hayan...

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