Otro velo que se corre: los negocios con el bloque bolivariano

Las evidencias del delito corroen el liderazgo de Cristina Kirchner. Pero ella intenta una salida: replegarse, acaso junto a Lula, en una cofradía regional de víctimas del imperialismo, bajo la advocación de Hugo Chávez. Ensayó ese movimiento la semana pasada, con el pretexto de que el caudillo caribeño cumpliría años. Pero esa fuga la condujo a otra encerrona. Mientras la ex presidenta lloraba a Chávez, aparecían detalles de los negociados de su administración y la de Venezuela. Es otra dimensión del mismo escándalo: la corrupción en las relaciones exteriores, con Julio De Vido como su tenebroso canciller. Ese enlace, que caracteriza el último ciclo de la peripecia latinoamericana, se va develando poco a poco. Por los infortunios del kirchnerismo y por el colapso bolivariano.

De Vido ha demostrado una habilidad prodigiosa para montar negocios a partir de las crisis que él mismo provocaba. La controvertida relación con el chavismo nació al amparo de las dificultades energéticas. Y de una concepción del comercio exterior basada en los intercambios entre Estados. El fideicomiso para canjear combustibles por alimentos o manufacturas nació con esas coordenadas.

Las irregularidades cometidas al amparo de este trueque se conocieron muy temprano. Todavía gobernaba Kirchner y el entonces canciller Rafael Bielsa pidió ser relevado de las relaciones con Caracas. Fue premonitorio: el 4 de agosto de 2007 fue interceptado en el Aeroparque Guido Antonini Wilson con 800.000 dólares en una valija. Un José López de juguete.

Más adelante, el embajador Eduardo Sadous denunció la existencia de una embajada paralela en Venezuela, administrada por Claudio Uberti, el amigo de Antonini, y por el consejero comercial Alberto Álvarez Tufillo. Sadous fue llevado a la Justicia y, como nadie corroboró sus imputaciones, terminó procesado por falso testimonio por el juez Rodolfo Canicoba Corral, a pedido del fiscal Jorge Di Lello. Sobre los hechos señalados por Sadous sigue abierto un expediente en el juzgado de Julián Ercolini. Recuerdos de Carl Honoré: Elogio de la lentitud.

Tufillo fue dichoso. Fue ascendido a embajador y destinado ante el bolivariano Rafael Correa, en Ecuador. Bielsa fue removido. Y Cristina Kirchner expulsó a su sucesor Jorge Taiana. Ajeno a estas fechorías, Taiana fue acusado de filtrar información al periodismo. "Tendrías que aprender de Amado, que es leal", lo ofendió su jefa. Así llegó Héctor Timerman, una de cuyas primeras decisiones fue...

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