Vecinos recibieron 2014 en la calle,al lado de un grupo electrógeno

Ayer no fue el mejor comienzo de año para algunos vecinos de Caballito. , sin agua y sin poder disfrutar de su propio hogar, el año 2014 llegó para muchos entre la tristeza y la bronca. En lugar de brindar en familia, los vecinos se juntaban ayer en las veredas para reclamar por el normal restablecimiento del servicio de energía.Martín Blanco, de 75 años, y su esposa Susana, de 72, acababan de arribar a su edificio por la mañana, a metros de la avenida Rivadavia. En la puerta estaba uno de sus vecinos, Celso Marteani, de 71 años. Estrecharon sus manos para saludarse por el Año Nuevo, pero fue la única demostración de felicidad. Detrás de ellos, el pasillo del inmueble continuaba en penumbras."Sigue todo igual", suspiró Susana, que desde el 23 de diciembre . Junto a su marido aguantaron todo lo que pudieron, pero la pareja dijo "basta". Cada vez se les hacía más difícil subir y bajar las escaleras de siete pisos y los rayos del sol convirtieron a su casa en lo más parecido a un horno, por tanto, el 26 del mes pasado se mudaron a un hotel céntrico."Tuvimos una Nochebuena romántica en casa, a la luz de una vela", ironizó Martín Blanco en diálogo con LA NACION, y agregó: "Y ayer [por el festejo de fin de año] tuvimos que cenar en el hotel". El corte de luz afectó severamente la economía familiar. Sólo por cada noche en su "nueva morada" el matrimonio gasta 450 pesos. Con bolsitas a cuestas, Susana y Martín se movilizan todos los días a su verdadero hogar en búsqueda de vestimenta y objetos personales.En tanto, su vecino Marteani no podía ocultar el enojo ante el informe que difundió el Centro Unificado del Ministerio de Seguridad de la Nación en el que decía que "ya se restituyó el servicio al 98% de los usuarios". El hombre se burló, descreído: "¿No será que sólo le llegó la luz al 2% de la gente?", dijo.A escasos metros de ellos estaba Salvador Blanco, un comerciante de la zona. El hombre caminaba sin parar de un lado a otro. LA NACION había conversado con él a comienzos de semana por el corte de luz que afectaba su local de pastas. Ayer, todo seguía igual. Sólo se acrecentaba su desesperación por las incalculables pérdidas. "Estoy fundido, estoy fundido", decía una y otra vez.Se suponía que la familia Bado, también de Caballito...

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