Vasallos y señores feudales en el conflicto del puerto Mar del Plata

Los despachos bonaerenses de Producción y Puertos eran hervideros la semana pasada. En La Plata gastaban esfuerzos para descubrir cómo se filtró un informe que advertía sobre el incumplimiento de pagos e inversiones del permisionario Terrena SA –empresa de reparaciones perteneciente a SPI Astilleros– en el Consorcio Portuario Regional de Mar del Plata, deuda que, a 10 años, no pudieron todavía cuantificar.Se afanaban los bonaerenses en buscar culpables por motivos varios.En primer lugar, porque Mar del Plata es el caso más emblemático de desmanejo administrativo de un ente público no estatal como son los consorcios portuarios. Los conflictos allí son permanentes. La pesca se está declarando en situación de emergencia económica y este invierno, por gélido que sea, Mar del Plata será una caldera. Los despidos por buques pesqueros parados no configuran un pronóstico, sino una promesa que los armadores, exportadores e industriales vomitan con amargura. El dragado de su acceso está sujeto a una seguidilla de maldiciones y el eco de los lamentos se diluye al instante.En segundo lugar, porque la provincia de Buenos Aires necesita fondos siempre. Mientras los portuarios denuncian la inmovilización de un fondo provincial, la noticia de que una empresa usó el puerto sin cumplir con su compromiso inicial es motivo suficiente para molestar al interventor Matías Machinandiarena. El ejecutivo...

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